Ricardo Santana - 10/12/2009
Villa Vásquez.- Dalton Jean Batiste, un emigrante haitiano de 44 años de edad, conversaba alegremente con dominicanos y compatriotas suyos cuando de repente pegó un grito, se quejó de un fuerte dolor, se tiró al suelo boca arriba, se retorció, cerró los ojos y a los pocos segundos dejó de respirar ante la mirada atónita de los presentes.
La muerte repentina de Batiste, quien portaba una cédula haitiana gracias a la cual pudo ser identificado, ocurrió en la comunidad de Sabana Cruz, entre los testigos de su muerte se encontraban periodistas del Listin Diario. El cadáver estuvo tirado en el suelo cinco horas después del deceso porque no aparecía una autoridad competente que autorizara el retiro del cuerpo del lugar donde cayó.
El alcalde de Sabana Cruz Lino Socio González, dijo que cuando se produjo el deceso del haitiano trataron de comunicarse con el médico legista y el Ministerio Público para que levantaran el cadáver, pero fue imposible establecer contacto.
También comunicó que llamaron a la Policía de Villa Vásquez para que acudieran al lugar, pero que le respondieron que se la bandearan como puedan porque sólo habían dos policías de servicio en el cuartel y que se encontraban a pie.
“Ahora si es verdad, primero fue el problema del hombre que apareció en esta comunidad y que se cree era de los secuestradores del joven Eduardo Baldera Gómez y que yo junto a la comunidad tuve que asumir su detención hasta que llegara la Policía y ahora este haitiano que no tiene a nadie se muere, eso también se me pega a mí”, se quejó el alcalde.
Señaló que debido a que en esa zona la temperatura es muy alta en todo el año, sobre todo en invierno y otoño, el cuerpo ya comenzaba a heder, mientras las moscas que merodeaban sobre su rostro eran cada vez más abundante.
El alcalde comunicó que conversó con muchos haitianos que fueron a ver el cadáver a fin de que contribuyeran para comprarle por lo menos un ataúd y ver si el administrador del cementerio permitía que se sepultara en el lugar, pero que se negaron, alegando que no tenían dinero.
Reveló que en vista de que los haitianos se negaron a dar dinero para comprarle el ataúd algunos dominicanos que estaban dispuestos a contribuir se echaron para atrás.
“Esa gente los haitianos no contribuyen con nada ni con nadie, ni para ayudar a su propia gente, tienen ese problema, que son demasiado individualistas no le hacen un bien a nadie”, dijo el alcalde.
A medida que las horas pasaba, la preocupación del alcalde pedáneo de Sabana Cruz era más persistente, mientras puso a dos muchachos a cuidar el cuerpo sin vida para evitar que los perros realengos atraídos por el olor comieran el cadáver.
“Ahora no sé qué hacer, no me atrevo a ordenar su sepultura porque puedo caer preso, nadie quiere llevarse el cuerpo para su casa para velarlo aún sea por media hora, ni siquiera los propios haitianos lo aceptaron y ninguna autoridad se presenta”, se lamentaba con profunda preocupación González.
Mientras el alcalde pedáneo se colocaba la mano en la cabeza mostrando preocupación porque no sabía el destino que se le daría al cadáver, las horas avanzaban y el cuerpo ya comenzaba a descomponerse.
“Ese cadáver no puede amanecer ahí, se lo comen los perros y sea como sea, fue una gente que murió y hay que darle cristiana sepultura, yo porque no tengo cuartos para comprarle un ataúd, pero si tuviera lo enterrara en el cementerio aunque caiga preso”, decía.Al caer la tarde finalmente los lugareños lograron recolectar para comprar un ataúd y el alcalde autorizó su sepultura en el cementerio municipal.
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=117885
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