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miércoles, 26 de diciembre de 2007

LA SOPA DE AUYAMAS...PRIMERO DE ENERO...UNA TRADICION HAITIANA

Hola amiguitos y amiguitas.
Supe que me estaban esperando para darles la respuesta a esta pregunta descabellada que se hizo mas arriba. Dirigida a ustedes. Yo no he dejado de pensar en la intención escondida detrás de estas interrogantes. ¿Que puede haber de común entre un pavo y una auyamas?
Mientras que el hacha va y viene, voy reflexionando al respeto y espero que, al final de esta charla me bajaran la inspiración y el genio intuitivo para contestar correctamente.
Bueno después del éxito que tuvo mi historia del doumbwèy, vengo a compartir con ustedes una experiencias sabrosas que me toco vivir en la casa de “el mortal”. Se preguntan ¿quid de este “el mortal”? Pues “el mortal” es el nombre que se le dio a aquel joven encontrado con su padre, haciendo fila en el patio del alma mater de la universidad autónoma de santo domingo. Este estudiante de medicina.
Durante su primer año en el colegio universitario, le gustaba ir con sus amigos a “Disco Club”. El Disco Club era una discoteca curiosamente ubicada casi en el mismo campus universitario. Prestaba servicio desde las diez de la mañana. Era el templo de la vagabundería. Se podía, desde temprano bailar merengue y beber cerveza. ¡Que chulo!
En esta época, inicio de la década del ochenta, el señor Juan de Dios Ventura Soriano, mejor conocido como Jhonny Ventura, sonaba mucho en la radio. Pues el “Caballo mayor” interpretaba un disco que se llamaba “el pique”. Las letras de esta canción contaba la historia de los haitianos viviendo en los bateyes. Pues ellas decían entre otras grandes verdades, “vengo con un pique, vengo del batey/ de ver tanta gente sin na’ que comer…”. Las denuncias cantadas por el “CABALLO MAYOR” gozaron de una gran simpatía en la persona de aquel estudiante de medicina.
Pues, era curioso ver como la experiencia de aquel estudiante en la Autónoma le había cambiado su percepción de las cosas tanto humanas como espirituales. Pues, de un fervoroso cristiano evangélico predicando la resignación - ya que todo expresaba la voluntad de Dios - , el paso a ser un revolucionario convencido de que las verdades universales de la Biblia podían ser aplicadas mejor con un poquito de realismo. Este realismo era aun más eficaz cuando se acompañaba de una medida disuasiva expresada a través del gatillo de un fusil. Todo lo que se asemeja a denuncia le gustaba. Y si la denuncia tenía que ver con los haitianos de los bateyes era palabra del evangelio revolucionario.
En esa época, Jhonny Ventura se placía en repetir varias veces en sus canciones la palabra MOOOOOORRRRRTAL! Eso también le gusto al joven aquel; y no perdió tiempo en adoptar este refrán. De ahí que sus compañeros de la universidad y de Disco Club, aquellos que lo pasaban bebiendo cervezas y bailando merengues no dejaron tampoco pasar esta oportunidad para llamarlo “EL MORTAL”.
Dimos una gran vuelta para llegar al mortal. Pero ahí estamos. Como les venía diciendo, mi propósito es contarle parte de mi experiencia de Haití a través de esta familia.
Des de la desfachatez que me toco vivir la primera vez que comí en esta casa, estuve muy atento con los usos y las costumbres de mis amigos haitianos. Generalmente se cae en una especie de chauvinismo que nos hace pensar que el bulto donde cada individuo conserva sus valores, sus tradiciones y costumbres son lugares anticuados que no se comparan con nuestras propias vivencias. A veces vamos aun mas lejos y ponemos en balance unas tradiciones frente a frente olvidándose de la idiosincrasia de cada cual.
Me puse pues a observar como ellos hacían las cosas. Yo le daba aun más importancia cuando era diametralmente diferente de lo que se hacía en casa.

Era el mes de diciembre. Un diciembre cualquiera. Los niños pensaban en Santa Claus y los grandes se imaginaban la manera más original de disfrutar las fiestas de fin de año. Para decir la verdad, nunca entendí todo el afán de este periodo. Tampoco entendí porque ciertas personas no temor en adeudarse para gastar en regalos comidas y bebidas.
Bueno la tradición cristiana quiere que las fiestas de la natividad sean un momento de reunión familiar, un espacio para encontrarse. Lo del lechón, el ron la cerveza servían de adornos.
Pero hacer lo mismo dos veces en una semana sonaba aburridísimo. Yo disponía de varias opciones:
Jartarse de nuevo con el famoso lechón asado, y todo el ron barrato que se vende en esta época
Pagar un dineral en una de las discotecas de la ciudad para unas fiestas inolvidable con alcohol y mujeres
Asistir a una presentación de clase alta de los grupos más conocidos del medio en un buen hotel de la capital…
Era todo. ¡Y qué!...Igual que el año pasado. ¡Igual que el próximo año!
Se me metió una horrible gana de hacer algo nuevo. Decidí, el 26 de diciembre, de cruzar la frontera. Sin invitación llegué a la casa de la familia de “el mortal”.
Ya, formaba parte de la casa. No necesitaba invitación previa para llegar. La hospitalidad era algo que cultivaban con esmero y siempre había para quien sea que llegase. La viuda, el huérfano siempre tenían un puesto, un pedazo de pan y un vaso de agua.
Noté que ahí también celebraron navidad. Pues los niños cargaban y hacían muchos ruidos con juguetes nuevos que habían recibido el día anterior. Los grandes no lucían cansancio ninguno. No hubo trasnoches. Pues la noche de navidad fue un gran momento de oración cabalgando entre las última hora del 24 y la primera del 25 de diciembre. Después de la “misa de la media noche”, los jóvenes tenían permiso de salir un poco y pasar gran parte de la madrugada donde los amigos. Se podían seguir en las “fiestas de salón” del vecindario.
Me acerqué del hermano menor de “el mortal” y empezamos a conversar sobre la manera tan diferente de celebrar este período. Estábamos apoyados contra las barandillas de hierro de un balcón que daba casi sobre la calle principal que une Petion-Ville a Puerto-Príncipe, la ruta de Delmas. Desde ahí se observaban fácilmente las personas que entraban y salían por el portón a penas abierto. Mucha gente entraba y salía. En épocas de fiestas las visitas forman parte de las buenas costumbres.
En un determinado momento, se detuvo a la altura de la entrada una camioneta cargada de gentes animales y sacos llenos. Permaneció cierto tiempo esta vez. Normalmente este tipo de vehículo de transporte público se detiene justo el tiempo de dejar o recoger alguien.
El hermano de “el mortal” tiró una mirada hacia la calle. El había entendido todo. Se volteó hacia la casa y de una voz firme dijo:
- ¡Mama! Tienes visita…
- Ah… llegó, respondió una voz desde una pieza sin salir.
De repente salieron varias jovencitas mirando y dirigiéndose hacia la calle. El hermano de “el mortal” bajo unas cuantas escaleras y se dirigió hacia aquel señor que subía la cuesta atravesando la diagonal que conducía hacia la casa. El llevaba encima de la cabeza un saco lleno de cosas de formas variadas al juzgar por las siluetas que se dibujaban por las mallas del tejido, dos pavos bullosos agarrados por las patas en cada mano. A pesar de todo lo que llevaba, el señor no presentaba signo de dificultad ninguna. Andaba con unos pasos agiles, firmes y seguros.
- Buenos días Tío Linés, dijo una de las jovencitas
- ¿Como estas, hija mía? Respondió el tío liberándose de la carga de su mano derecha.
La camioneta estaba todavía parada frente a la entrada del patio. Las demás jovencitas siguieron en la dirección del vehículo y regresaron cargando sacos y otros animales.
Tio Lines no cargaba dinero para pagar su transporte al chofer. El tenía que llegar, entrar y quitarle el dinero a la madre de “el mortal”. Volvió a salir casi corriendo hacia el vehículo con sus pasajeros acostumbrados a este tipo de contratiempo. Además estamos en periodo de fiestas.
- Waow, dije yo, de donde viene este señor tan cargado. ¡Trajo cosas para darle de comer a un ejército!
- Bueno, nada mas trae con que hacer las comida del día primero de enero y del dos de enero me contesto con un español muy fino el hermano de “el mortal”
- ¿El día primero? ¿El día dos de enero? ¿Y porque no el día tres o el día cuatro? Seguí con cierta ironía…
- Bueno no sé por dónde empezar…déjame ver…Sabes lo que significa tra-di-cio-nes?
- Claro que si hay muchas tradiciones allá también…
- No es nada más cuestión de tradición. En enero celebramos dos fiestas importantes. El día primero se celebra el día de la independencia y el día dos de enero se celebra el día de los antepasados.
- Claro que entiendo. Allá el día de la independencia es el 27 de febrero pero no hay una comida especial para celebrarlo. Se coincide con el carnaval, se hace un desfile militar pero cada quien como lo que le dé la gana.
El intentaba convencerme de que no era ni lo mismo ni era igual.
- Fíjate, me dijo él. El primero de Enero del año 1804 Jean Jacques Dessalines declaró la independencia de Haití de la potencia colonialista francesa. Eso significaba que los esclavos habían coronado con éxito la lucha contra la esclavitud…
- E hicieron una comida especial, le interrumpí…
- Oye compadre con eso no se relaja… Bueno es parte de la tradición, una comida especial para el día primero de enero.
- Cual es esta comida especial que se come el primero de enero? Le pregunté abriéndome bien grandes los ojos.
- Se trata de la sopa de auyamas…
- ¿Sopa de auyamas? … Ok sopa de auyamas con pavos?
- ¿Cómo sopa de auyamas con pavos?
- Pero el señor cargaba dos pavos por las patas también
- Ah los pavos se comen el día de los antepasados, el día dos de enero.
- Diantre…que bien… ¿Y por qué?
- ¿Por qué qué?
- ¿Por qué la sopa de auyamas el primero y el pavo el dos de enero?
- Bueno te diré después vamos a ver lo que trajo Tio Lines*…

Caminamos a lo largo de un balcón estrecho hacia el otro extremo del edifico. Bajamos unas escaleras en espiral y pasamos por la sala y el comedor y llegamos frente a la cocina exterior.
Ahí uno se creería en un verdadero mercado. En una esquina, un poco alejados se encontraban unos animales cansados del viaje y de los trasnoches. El chivo no lograba mantenerse de pie y se dormía por sacudidas. Los pavos tendían las alas en el piso como si estuvieran buscando la fuerza para el equilibrio que habían perdido durante las largas horas del viaje.
Por acá, unos recipientes en calabazas grandes rebozaban de carne de vaca, de puerco. En un recipiente de aluminio descansaba una carne con un color raro, un aroma especial que recordaba el inicio de un proceso de putrefacción. Era una especialidad del género y de la localidad. Era una carne manida que acompaña ultrajosamente bien un cocido de vegetales: berenjenas, tayotas, gombos etc…
Estos vegetales estaban por lotes en el piso. Pero lo quemas me llamo la atención fueron estas frutas enormes, irregularmente redondas, algunas redondas pero aplastados por los polos, otros piriformes, de colores diferentes. Me hubiera faltado tiempo para adivinar lo que era si hubiera tenido minutos antes esta charla en torno a la famosa sopa de auyamas. Entendí que eran variedades de auyamas. No recuerdo haber visto auyamas tan diferentes. La verdad es que no le había puesto atención.
En casa se usa muy poco las auyamas. Creo que se pone un poco en los sancochos y a veces en los cocidos de gandules. Me dio le deseo de preguntar porque tantas auyamas para una sopa pero me di cuenta que los vegetales y los tubérculos para la sopa eran bastante numerosos y entendí que iban a hacer varias sopas o unos calderos enormes de sopa de auyamas.

La otra curiosidad que atravesaba mi espíritu era saber como el tío había procedido para cargar con todos estos productos. Hice pues mis investigaciones y aprendí cosas muy enriquecedoras.
El campesinado haitiano vive tradiciones y comportamientos muy típicos. Tendré tiempo de entretenerme con ustedes con algunos de los que más me ha llamado la atención.
Aprendí por ejemplo que estas sociedades cultivan la tierra. La tierra muchas veces son propiedades de ellos mismos; recibidas como herencias y divididas entre los miembros de las familias. Bueno la tierra se cultiva con la participación de todos en una lógica de ayuda mutua: el famoso KOUMBITE. Tendremos que hablar de eso más luego.
Los productos sacados de la tierra: tubérculos como ñame, yautilla, batatas etc, plátanos, verduras y legumbres, vegetales, huevos se venden al mercado. Estos menesteres son exclusivamente femeninos. Eso significa que estos productos se colocan de una manera bien generosa en una canasta sumando más de 75 o 80
Kilos. Entre la canasta y el cráneo un “troquette”, una almohadita de forma circular y hueca para proteger del roce permanente. El mercado esta generalmente a tres o cuatro horas de marcha del poblado donde viven. Llueve, truene o ventee ellas van de pasos firmes entre el rocío de la mañana adelantando la salida del sol. Aun con embarazos llegando a términos ellas van hacia el mercado. Se dice que eso facilita el alumbramiento.
Después de haber vendido ellas compran lo que le hacen falta: arroz, maíz, aceite, azúcar, hilo, velas, gaz, medicina, alcohol etc, telas, tejidos, zapatos.
En el caso de Lines, las mujeres le ayudaron a cargar sus pertenencias hasta el mercado que es el lugar donde se detienen los vehículos de transportes públicos. Unos camiones inseguros donde se amontonan gentes y animales en una connivencia atiborrada y desnaturalizada.
Desde que el gobierno francés le hizo don a Haití de la ruta de la amistad, este trozo de vía de montañas uniendo la común de Leogane con la ciudad histórica costera de Jacmel, el viaje hacia Puerto-Príncipe se había grandemente facilitado. Ahora faltaba subir desde las llanuras de “Tiyapon” hasta “Tom Gato”. Un trayecto de dos horas nada más. En teleférico hubiera podido hacerse en media hora. Dos horas caminando con estas canastas llenas y pesadas encima de la cabeza no es una sinecura. Pero antes, desde Tiyapon, había que ir hasta Carrefour Dufort, una localidad de Leogane. Para llegar hasta ahí se caminaba cuatro horas atravesando un cruce de ríos ciento y una vez. ¡Si cruzar un mismo rio más de cien veces! Bueno debe ser bastante divertido. Hay sitios donde el rio forma verdaderos balnearios con arenas y aguas cristalinas. En lugares dibujan saltos con arco iris bañándose en la infinidad de las multitudes de gotitas evaporándose, libres.
Pero puede ser menos divertido en lugares donde se forman unos torbellinos acuáticos peligrosísimos. Hay que seguirle el paso a estas personas que saben exactamente donde se encuentran estos hoyos que comunican con el triangulo de las bermudas o con el triangulo de la muerte.
La verdad es que las tías, sobrinas, primas, todas fueron del viaje hacia el mercado de Tom Gato. Ellas lo hicieron con una devoción ciega pues saben que de regreso Linés les traería sus regalos desde la capital.
Por esta razón, su estadía en la casa de “el mortal” era ultrajosamente corta. Nada más necesitaba recoger la lista detallada con el nombre de cada uno del poblado y lo que le correspondía como dinero, salía hacia la ciudad para unos mandados y hop regresaba a tiyapon al otro día. Pues la fiesta se celebraba allá también.
Pero era también tradición en la familia de “el mortal” que la sopa de auyamas se haga con las mejores auyamas del mercado. Durante todo el año; Lines y los demás miembros de la familia estuvieron cultivando y probando todas las variedades de frutas allá producidas. En diciembre pues, estaban más que convencidos de que si iban a enviar auyamas de primera categoría.
(Continuará)

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