Lunes 26 de octubre de 2009, Radio Kiskeya
Un amigo sociólogo por quien tengo mucho respeto debido a su capacidad para poner el dedo en la herida y su voluntad de analizar sin miedo los mecanismos de exclusión social en la sociedad haitiana, llamó mi atención sobre el silencio, en adelante habitual, que rodea la masacre de millares de haitianos en
Hace 72 años, un poder, un Estado, con el acuerdo de sectores económicos y sociales, destrozaba hombres, mujeres y niños con los cuales compartíamos al menos una ciudadanía a falta de otra cosa.
En otros países, se habría intentado tener una cuenta lo más precisa posible del número de víctimas. En otros países, se habrían relevado y subrayado sus nombres, establecido listas, inscrito estas listas en archivos históricos. En otros países, se les habrían elaborado monumentos.
En otros países, se habría guardado el acontecimiento en la memoria para sacar conclusión.
¿Por qué? ¿Cómo? El peso de la pérdida y sus consecuencias. La responsabilidad de los que la perpetraron, la solidaridad simbólica con las víctimas… En otros países… pero aquí, se eligió olvidar. Es más fácil olvidar. Y los niños no sabrán, o tendrán un conocimiento vago de los hechos. Realmente enseñaremos a nuestros niños, por el silencio, que eso no tiene importancia. Después de todo, nuestras élites económicas no les gusta que los cadáveres de algunos desconocidos incapaces de su vivo de adoptar el acento dominicano vengan a perturbar sus vacaciones ni su comercio. Y nuestros dirigentes políticos aun no han encontrado los términos de una Política Exterior basada en un principio de equidad y cohabitación en la dignidad con
Las víctimas de la masacre no tienen pues ni diplomáticos, ni Estado, ni amigos. Abandonados al olvido en sus hoyos. ¡Que es un país que no sabe ni llorar sus muertes, ni hacer caso de los vivos! Se tiene la impresión de que lo que a nosotros nos llegó de peor puede reproducirse sin chocar las conciencias. Ya que, el silencio sobre las muertes no es actitud hacia el pasado, es una actitud hacia el presente. El presente se hace de nuestras victorias y nuestras pérdidas. Es porque no hay "nosotros" que no podemos juntos llorar "nuestras muertes", ni transformar el lado malo de la historia y las fechas fatídicas en puntos de señales para discutir del futuro. Al este como al oeste de la isla, se descompusieran solos en sus agujeros, los olvidados de la frontera… http://www.radiokiskeya.com/spip.php?article6279
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