Se han estado señalando muchos aspectos del deterioro en Haití después del terremoto del pasado 12 de enero, en que murieron miles y se destruyeron cientos de propiedades, y buena parte de la estructura del poder. Se están registrando muchos hechos delincuenciales en Haití y la miseria de ese país se ha agravado después de aquel acontecimiento. Un cable de noticia da cuenta de que los haitianos se están comiendo la cosecha tradicional de mangos en la flor.
Parecería una contradicción que los haitianos tengan hambre con toda la ayuda que se ha volcado hacia ellos después de aquella tragedia que produjo el terremoto. Sin embargo, tenemos que entender que no hay forma de dar de comer a todos en medio de aquella situación, y que sin un relanzamiento de esa nación será difícil colocar de forma adecuada la posibilidad en la mesa de las familias haitianas.
Una de las consecuencias que se están considerando es que esa situación dramática en el orden económico y social llevaría a los haitianos a buscar emigrar hacia los Estados Unidos y la República Dominicana. Hacia los norteamericanos la migración resulta mucho más complicada debido a los controles que tienen establecidos, pero hacia nosotros es una puerta fronteriza abierta del tamaño de más de 340 kilómetros, y con controles muy escasos.
El auge de la presencia de haitianos en la República Dominicana es más que evidente, y por tanto no está sujeta a la interpretación. Nuestra preocupación debe estar centrada en que los esfuerzos de la comunidad internacional para reconstruir a Haití comiencen a concretarse. Si el tiempo sigue corriendo, sin soluciones a la vista para Haití, es lógico que los haitianos busquen lugares para meter la vida.
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