En todo momento debe primar el bienestar del pequeño, no el interés adulto
· Una vez atendidos sanitariamente, hay que buscar sus vínculos familiares
· Es prioritario convertir las escuelas en el eje central de la recuperación
· Es importante procurar que los pequeños conserven sus raíces y su cultura
Alejandra Rodríguez | Madrid
Se acaban de cumplir tres meses del desastre sísmico que arrasó Haití y dejó al mundo entero conmocionado. Casi 300.000 personas han sido declaradas oficialmente muertas. Hay miles de desplazados y los campamentos de refugiados no dan abasto.
Ayer mismo, Unicef alertaba del riesgo que corrían mujeres y niñas que acampan solas. Al parecer, la mayor vulnerabilidad de este tipo de cobijos hace que las agresiones y la violencia se cebe especialmente con estos colectivos ya de por sí débiles. De esta manera, la institución hacía un llamamiento para reforzar las medidas de protección para ellos.
Durante este tiempo, las imágenes que han publicado los medios de comunicación nos han sobrecogido, especialmente cuando estaban protagonizadas por niños. Mucha gente se hacía entonces la pregunta de por qué en casos como estos no se aceleraban los procesos de adopción, por qué no se relajaban las estrictas normas que imperan habitualmente para poder dar nuevos hogares a pequeños que lo habían perdido todo.
Evitar otra pérdida
"Precisamente por eso, porque lo habían perdido todo, hay que procurar que estos niños se queden en su entorno si es posible, para evitar que sufran otra pérdida", explica Yolanda Romero, portavoz de Unicef, que estuvo trabajando sobre el terreno y que ya ha regresado a España cargada de experiencias emocionantes.
Gracias a las relaciones que Unicef ha establecido con las comunidades locales y el propio Gobierno se puede trabajar bastante rápido a la hora de identificar a los niños que no van acompañados (casi al mismo tiempo que se les está dando atención médica) y localizar a sus familiares.
"No tiene que ser un pariente directo, sino cualquier miembro de la llamada familia extendida (tíos, primos...)", aclara Romero. "Esto es fundamental para empezar a procurarles un entorno protector", continúa.
No obstante, y a pesar de esta actividad de acogida, los medios también reflejaron las irregularidades cometidas a la hora de sacar a los niños del país. Para evitar estos casos, las instituciones como Unicef instruyen a la autoridad policial para que procure averiguar, hablando con los niños si estos son los suficientemente mayores para ello, si los adultos que los acompañan son verdaderamente familiares o si esconden otros intereses.
Agrupar para el reencuentro
"También hemos creado hogares y una especie de urbanización cerca del aeropuerto para albergar a niños cuando no se tenía la certeza de que eran huérfanos. Allí se les podía dar asistencia básica mientras se llevaban a cabo los cruces de datos necesarios para propiciar el reencuentro", apostilla Yolanda Romero.
En este sentido, la portavoz de Unicef coincide con otros cooperantes dedicados a proteger a la infancia en una apreciación importante. "En un momento como el terremoto de Haití es normal conmoverse y querer ayudar, pero la ley internacional establece que por encima de cualquier consideración ha de primar la seguridad y el bienestar del menor, de manera que todos los procesos de adopción se suspenden. Únicamente se agilizan los que ya están prácticamente concluidos", matiza.
En definitiva, "es el momento de ayudar y no de adoptar", resume la especialista. De esta manera, tres meses después del seísmo, buena parte de los niños afectados no sólo no quieren abandonar Haití, sino que quieren volver a la escuela para empezar a trabajar cuanto antes para reconstruir su tierra.
Shasha, de 13 años, quiere ser senadora. Ahora vive con otras nueve personas en una tienda de campaña. El lodo y las condiciones precarias de vida le hacen pensar en cómo mejorar el acceso al agua potable. Quiere avanzar en este sentido mediante la vía política.
Para lograr que Shasha y otros menores consigan este sueño, Unicef ha distribuido 1.400 tiendas de campaña a modo de aulas provisionales. Todas están dotadas de elementos escolares llamados 'Escuelas en una caja', unos grandes paquetes que contienen material suficiente para 80 alumnos.
Además de instruirles, se les da de comer para que la desnutrición, un problema que ya era acuciante antes del terremoto, no siga cebándose en estas criaturas. el reto se completa con las mejoras de la protección para que Haití sea un entorno adecuado para sus niños a medio y largo plazo.
"Es algo así como reconstruir para mejorar", apunta Yolanda Romero, que tambiéndestaca la importancia de los centros que se han habilitado para atender a la primera infancia. Se trata de niños muy pequeños que dejaron de mamar, de jugar, de estar con otros niños, que perdieron a sus padres y madres... y que ahora corren el riesgo de crecer sin estímulos ni contacto afectivo.
"En realidad a lo que aspiramos es no solo a mitigar el 'shock' emocional, sino a que no pierdan sus referencias culturales, sus raíces, su país", concluye la portavoz de Unicef.
http://www.elmundo.es/america/2010/04/14/noticias/1271241263.html
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