Llueve en Bethesda, Maryland, donde resido desde hace unos años muy cercano al Distrito de Columbia. No puedo dejar de pensar que en Haití también estará lloviendo. Mucho. Y no tienen dinero para paraguas. Las goteras aparecen allí donde menos te lo esperas. Pero están acostumbrados, o no. Al mal tiempo buena cara, cantó Serrat.
No son las goteras lo que más me preocupa. Es donde están situados estos campos de tiendas sin límite. Pequeñas ciudades organizadas en un santiamén. Muchas de ellos están en zonas que se inundan. O todavía peor, en zonas de riadas. La lluvia no penetra en la tierra. Resbala por las laderas...
Haití es la cara de una madre que llora desconsolada. Y en su llorar daña a sus hijos sin saberlo. Cualquier valle, camino o calle se convierte en un río. Y mucha gente, por desgracia, no tendrá donde resguardarse. Podría seguir describiendo más escenas que se mantienen congeladas en mi mente. Cuentos de pena. Pero mis días en Haití me han cambiado, me han enseñado y me han mostrado que se hace camino al andar.
Un paso hacia adelante es lo único que necesita esta gente. Un paso de millones de personas. Ellos ya lo han dado. Me refiero un paso hacia adelante, nuestro. De nuestros gobiernos, de nuestros políticos. Pero también de todos nosotros. Hoy hablamos de Haití, pero hay tantos países como ellos. Demasiados. Soluciones ya. ¿Socialismo o Capitalismo? Ni uno ni lo otro: Pragmatismo. Dejemos la política a un lado y dejemos hacer más a los que saben, a los técnicos en sus diferentes campos.
Lamentablemente, eso no sucede. Para mí es difícil ya pensar en tomarme un café. ¿Le estarán pagando bien al que lo recoge miles de kilómetros de distancia de donde vivo yo? Tal vez no... ¿Qué hago? ¿Qué hacemos?
Lo que está claro es que el nivel de vida que tenemos en Occidente no es sostenible. Y si no estamos dispuestos a salir al mundo, si nos quedamos en nuestros hogares, y vemos la televisión basura y no los documentales, nunca sabremos qué pasa en el mundo. Pobreza, hambre, enfermedades... Si nos quedamos en casa, todo está bien. El estado nos financia la energía y nuestra sociedad del bienestar. Es un derecho. Que no nos lo toquen. Eso está bien... Pero estaría mejor si otros tuvieran servicios mínimos universales.
Hay gente que vive en el infierno y no lo sabe. Porque hay un espíritu de superación en el hombre que puede con todo. Si no, no lo entiendo. Pero pensar que el mundo ha de seguir así me llena de ansiedad y angustia. Cuando caminaba por las calles de Puerto Príncipe, y por el interior de los campos, esas sonrisas de los niños parecían decirte: "¡Te perdono! Comprendo que tu vivas mejor que yo".
Tal vez exista la reencarnación. Sería justo. Nos daría a todos la oportunidad de pasar por las experiencias de otros. De pasar hambre, frío, de no tener nada... Y tal vez ya no sonreiríamos. Pasaríamos a la acción. No intentando ayudar cuando los problemas aparecen, sino con prevención. ¿Alguien se acuerda de los niños hambrientos de Etiopía? ¿O los del Perú?
El trabajo de las ONG es maravilloso. Con poco hacen tanto. Españoles hay muchos. Pero me gustaría resaltar a CESAL. Tremenda labor. Me pregunto yo que sería de todos estos niños sin las ONG. El gobierno americano está haciendo una gran labor. Al menos yo observo muchas y muchas personas del Departamento de Estado realmente comprometidas con la causa. América, queridos amigos, siempre está ahí. Puede haber cosas que criticar. Todos los imperios han tenido sus momentos buenos y no tan buenos. España también fue un imperio. ¿No se acuerdan? Pero el liderazgo de Estados Unidos en Haití es digno de resaltar.
Del Gobierno haitiano, no sé, no opino. Pero no pueden seguir teniendo un país así. Pueden hacer más con sus gentes. El haitiano trabaja, duro y mucho. Sacan pan de las piedras. Pero no creo que tengan los líderes que se merecen en estos momentos. Y el liderazgo lo es todo. Todo sucede más rápido y mejor. Haití tienen gente joven y preparada. Los que se salvaron han de ser parte del despegue del país. Ahora muchos de ellos, de esos jóvenes preparados, están todavía ayudando en muchos campos. Hay que crear un plan de estudios para ellos ya mismo. Su país los necesita.
Sigue lloviendo en Bethesda. A mi lado, mi ordenador. Las fotos que he tomado pasan sobre la pantalla por sí solas. Imágenes de niños y de madres. De edificios destrozados. Pero de bosques o ríos hermosos también. Una lágrima se me escapa, tal vez dos. Todavía no hay vacuna contra la impotencia. Pero sí que tendremos que crear receta para un futuro mejor.
Un terremoto es un aviso de allá arriba. Es una campana que te advierte de una forma cruel: hay zonas en el mundo que necesitan atención. Haití ya estaba mal antes del terremoto. Espero que este aviso sea un pequeño paso atrás para el hombre, pero un gran salto hacia adelante para la humanidad. La desigualdad social está por todas partes. No hay que irse al Tercer Mundo. Si nunca has salido de tu mundo, no te preocupes. No hace falta que vayas a Haití. En Madrid o Washington, no muy lejos de donde tú vives, también hay historias. Descúbrelas y ayuda.
Como dije antes, se hace camino al andar.
No son las goteras lo que más me preocupa. Es donde están situados estos campos de tiendas sin límite. Pequeñas ciudades organizadas en un santiamén. Muchas de ellos están en zonas que se inundan. O todavía peor, en zonas de riadas. La lluvia no penetra en la tierra. Resbala por las laderas...
Haití es la cara de una madre que llora desconsolada. Y en su llorar daña a sus hijos sin saberlo. Cualquier valle, camino o calle se convierte en un río. Y mucha gente, por desgracia, no tendrá donde resguardarse. Podría seguir describiendo más escenas que se mantienen congeladas en mi mente. Cuentos de pena. Pero mis días en Haití me han cambiado, me han enseñado y me han mostrado que se hace camino al andar.
Un paso hacia adelante es lo único que necesita esta gente. Un paso de millones de personas. Ellos ya lo han dado. Me refiero un paso hacia adelante, nuestro. De nuestros gobiernos, de nuestros políticos. Pero también de todos nosotros. Hoy hablamos de Haití, pero hay tantos países como ellos. Demasiados. Soluciones ya. ¿Socialismo o Capitalismo? Ni uno ni lo otro: Pragmatismo. Dejemos la política a un lado y dejemos hacer más a los que saben, a los técnicos en sus diferentes campos.
Lamentablemente, eso no sucede. Para mí es difícil ya pensar en tomarme un café. ¿Le estarán pagando bien al que lo recoge miles de kilómetros de distancia de donde vivo yo? Tal vez no... ¿Qué hago? ¿Qué hacemos?
Lo que está claro es que el nivel de vida que tenemos en Occidente no es sostenible. Y si no estamos dispuestos a salir al mundo, si nos quedamos en nuestros hogares, y vemos la televisión basura y no los documentales, nunca sabremos qué pasa en el mundo. Pobreza, hambre, enfermedades... Si nos quedamos en casa, todo está bien. El estado nos financia la energía y nuestra sociedad del bienestar. Es un derecho. Que no nos lo toquen. Eso está bien... Pero estaría mejor si otros tuvieran servicios mínimos universales.
Hay gente que vive en el infierno y no lo sabe. Porque hay un espíritu de superación en el hombre que puede con todo. Si no, no lo entiendo. Pero pensar que el mundo ha de seguir así me llena de ansiedad y angustia. Cuando caminaba por las calles de Puerto Príncipe, y por el interior de los campos, esas sonrisas de los niños parecían decirte: "¡Te perdono! Comprendo que tu vivas mejor que yo".
Tal vez exista la reencarnación. Sería justo. Nos daría a todos la oportunidad de pasar por las experiencias de otros. De pasar hambre, frío, de no tener nada... Y tal vez ya no sonreiríamos. Pasaríamos a la acción. No intentando ayudar cuando los problemas aparecen, sino con prevención. ¿Alguien se acuerda de los niños hambrientos de Etiopía? ¿O los del Perú?
El trabajo de las ONG es maravilloso. Con poco hacen tanto. Españoles hay muchos. Pero me gustaría resaltar a CESAL. Tremenda labor. Me pregunto yo que sería de todos estos niños sin las ONG. El gobierno americano está haciendo una gran labor. Al menos yo observo muchas y muchas personas del Departamento de Estado realmente comprometidas con la causa. América, queridos amigos, siempre está ahí. Puede haber cosas que criticar. Todos los imperios han tenido sus momentos buenos y no tan buenos. España también fue un imperio. ¿No se acuerdan? Pero el liderazgo de Estados Unidos en Haití es digno de resaltar.
Del Gobierno haitiano, no sé, no opino. Pero no pueden seguir teniendo un país así. Pueden hacer más con sus gentes. El haitiano trabaja, duro y mucho. Sacan pan de las piedras. Pero no creo que tengan los líderes que se merecen en estos momentos. Y el liderazgo lo es todo. Todo sucede más rápido y mejor. Haití tienen gente joven y preparada. Los que se salvaron han de ser parte del despegue del país. Ahora muchos de ellos, de esos jóvenes preparados, están todavía ayudando en muchos campos. Hay que crear un plan de estudios para ellos ya mismo. Su país los necesita.
Sigue lloviendo en Bethesda. A mi lado, mi ordenador. Las fotos que he tomado pasan sobre la pantalla por sí solas. Imágenes de niños y de madres. De edificios destrozados. Pero de bosques o ríos hermosos también. Una lágrima se me escapa, tal vez dos. Todavía no hay vacuna contra la impotencia. Pero sí que tendremos que crear receta para un futuro mejor.
Un terremoto es un aviso de allá arriba. Es una campana que te advierte de una forma cruel: hay zonas en el mundo que necesitan atención. Haití ya estaba mal antes del terremoto. Espero que este aviso sea un pequeño paso atrás para el hombre, pero un gran salto hacia adelante para la humanidad. La desigualdad social está por todas partes. No hay que irse al Tercer Mundo. Si nunca has salido de tu mundo, no te preocupes. No hace falta que vayas a Haití. En Madrid o Washington, no muy lejos de donde tú vives, también hay historias. Descúbrelas y ayuda.
Como dije antes, se hace camino al andar.
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