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lunes, 19 de abril de 2010

Diario de un chef (Día 6): 'Cocineros sin Fronteras en Haití'

José Andrés | Puerto Príncipe
La razón por la que llegue a Haití comenzó en enero. Nevada sin igual en Washington DC. Nos quedamos sin luz. Sol radiante. Cinco grados bajo cero. Yo tenía una cocina solar en el garaje. Hacia ya tiempo que con motivo del Solar Decathlon que se celebra en Washington cada año, y que por cierto próximamente se celebrará en España, conocí a Manolo Vilches, gran tipo, dicharachero, y experto en cocinas solares.
Mi amigo me regaló una cocina. Nada sabía yo de que esto me podría cambiar la vida como lo ha hecho. Un día de sol en octubre la saque al patio, y comprobé de primera mano como era capaz de hervir un litro de agua en 8 minutos. Me sorprendió gratamente.
Ese día de enero del que hablo, poco después del terremoto, a 5 grados bajo cero la vuelvo a sacar a la calle y con la ayuda de mis hijas, un pollo y unos fideos, hice un plato en 45 minutos que mis hijas y yo compartimos con unos señores salvadoreños que estaban ayudando a quitar la nieve a todo aquel que los quisiera contratar.
Ese momento cambio realmente mi vida, por lo que llamé a Manolo y le dije: "Nos tenemos que ir a Haití". Y conjuntamente con Carlos Fresneda en menos de un mes nos presentamos en Santo Domingo, con ilusión e incertidumbre. Con la ayuda de nuestro amigo Jordi de la ONG Cesal, y otras cuantas más fundaciones, grupos de amigos con afán de ayudar e instituciones religiosas hemos estado visitando cada día diferentes lugares.
Desde campamentos en Puerto Príncipe hasta Fond Verretes en la frontera con República Dominicana pasando por Jacmel, la rutina era la misma. Amanecer temprano, en busca de un mercado donde comprar víveres, llegar al lugar de la acción, montar las cocinas siempre ayudados por voluntarios, muchos de ellos de los propios campamentos.
Algún día no pudimos alimentar a nadie por falta de sol, es época de lluvias, o por llegar tarde, siempre nos perdíamos en este laberinto de calles, edificios destruidos y campamentos.
Otros días damos de comer a cientos de personas, que nos agradecían la acción con las sonrisas más maravillosas que yo haya visto jamas. Sobretodo la de los niños.
Pero lo que hemos hecho estos días no ha sido solamente una acción puntual, de sacarnos una espinita clavada y a olvidar. No. Yo aquí he estado aprendiendo. Hablando con personas del Departamento de Estado estadounidense, ejemplar la labor de los americanos en este país, responsables de ONGs, o haitianos influyentes con muchas ganas de contribuir a la reconstrucción no solamente de Puerto Príncipe y alrededores, si no de todo el país.
Alimentar a las zonas más remotas del planeta
Aquí lo que se plantea es si esta energía solar puede ser una forma mas de alimentar no solamente al pueblo haitiano, pero a personas en las zonas más remotas del planeta, donde el acceso al agua, el gas o a la electricidad son una quimera.
En el caso de Haití es peor porque tienen una dependencia del carbón como en pocos sitios yo he visto. Esta altamente deforestado este país. Se trafica con carbón muchas veces ya procedente de República Dominicana u otras islas del Caribe. Hay carbón por todos lados.
Los niños siempre están transportando agua, o recogiendo leña si la encuentran. Estas cocinas solares podrían ser utilizadas en las escuelas haitianas para producir alimento que asegure al menos una comida diaria nutritiva a los niños.
Podrían ser utilizadas en las zonas rurales donde una bombona de gas no llega, simplemente porque nadie puede pagarla. Sueño con una escuela de cocinas solares. Donde cursos de capacitación darían la formación a los próximos “cocineros sociales” a la vez de producir comidas para aquellos que lo necesiten. !Sueño, luego existo!
Tengo una gran necesidad de que mi profesión, no solo sea una profesión para la élite y alguno más. No solo servir al 0.1 por ciento de la población, también quiero tener el mejor restaurante. Pero no uno sin lo otro. Pienso que algún día, nosotros, los cocineros, formaremos parte de esa “mesa” donde se deciden las grandes acciones mundiales.
'Tendremos que crear Cocineros sin Fronteras'
Algún día no muy lejano pienso que tendremos que crear un “Cocineros sin fronteras”. Donde una flota con cientos de camiones cocina se podrán enviar a las zonas con hambre crónica o en emergencias puntuales. Camiones cocina que podrán producir cientos de miles de comida. Comida caliente con cocineros voluntarios que acudirán a la llamada ante una urgencia.
Con estos Camiones cocina podremos utilizar los productos locales, ayudando rápidamente a la economía local. Cuando llegan alimentos de afuera los productores locales no venden su producto. Los precios se desploman. Nadie compra. Y en momentos de desgracia es importante que el comercio interior continúe. Soy un soñador.
Después de ver en primera persona lo que sucede en Haití y en otras partes del mundo tenemos que traer ideas a la mesa, por locas que parezcan. Yo hoy por un día creo en el sol. El sol puede y debe ser vida...
Diario de José Andrés

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