Actualizado miércoles 14/04/2010 12:16 horas
Cite du Soleil es para muchos el barrio más peligroso de Puerto Príncipe. La mayoría de las edificaciones estaban construidas entre pedazos de hojalata y bloques de hormigón. Está localizado en la parte baja de la ciudad y va desde la playa hasta el centro.
Cite du Soleil multiplicó varias veces su extensión después del terremoto al añadirse los campos de refugiados colindando con el barrio. Muchas personas duermen en tiendas incluso después de que sus casas aguantaran el terremoto.
Tienen miedo a que el cielo se les vuelva a caer sobre sus cabezas. Me sigue chocando la gentileza con que la gente trata en general al extranjero. Aunque vengan a prestar ayuda.
Parece a veces una visita a un museo de mundo extraño. Imagínate alguien que entra en tu casa a través de la lente de una cámara. Te sonríen. Siempre te sonríen. A veces cuando caminas en el interior de los campamentos, las madres con un gesto de cabeza o una mueca te piden que fotografíes a sus hijos. El momento es mágico cuando les enseñas la foto. Los ojos se iluminan. La sonrisa brilla. Es tan fácil tenerlos contentos.
Yo hoy me olvidé de tomar el Propecia, para la caída del cabello. Y el conductor de nuestro coche no llegaba. Y el agua de la ducha no salia caliente. Y cuando estaba apunto de llamar a la recepción, apareció en mi mente el recuerdo tan a flor de piel de esos niños que recorren a veces kilómetros con un cubo de agua a cuestas.
Que más me da el pelo cuando las mujeres se lavan en los arroyos a cielo abierto. Y Oswaldo, nuestro conductor, un tío alegre y campechano, tiene a su mujer y tres hijos en un campamento inundado de agua. Sentí vergüenza, y colgué el teléfono. Siempre habrá clases sociales. Pero hemos de ser consecuentes con nuestra filosofía y nuestras acciones...
Organizaciones distantes
El Cuartel de Policía de Cite du Soleil, con su gran edificio parece vigilar lo que acontece en el interior de este barrio convertido en el campo más grande de refugiados de Puerto Príncipe. A su lado, un Cuartel de las Naciones Unidas cerrado bajo llave parece protegerse de lo que sucede fuera. Gran incongruencia. Naciones Unidas hacen un gran trabajo. Pero a veces las grandes organizaciones parecen distantes. Operan como corporaciones, con un servicio al cliente con mucho por mejorar.
En el centro de la ciudad, la zona casi cero, donde se encontraba la vida comercial, el mercado de abastos, los destrozos de los edificios son obvios. Lo difícil era encontrar alguno que aun se mantuviera en pie. "Ne pas de problem!", como dice ellos.
La vida ha resurgido de nuevo como las flores después del invierno. Los mercaderes pueden haber perdido sus tiendas. Pero tienen el cielo como techo. Dos tablas mal puestas son una mesa desde donde ofrecer sus productos. Parece un escenario de Hollywood de una película post apocalíptica.
Pero la vida sigue, el comercio sigue y los Lazarillos de Tormes aparecen por doquier. Hasta que se solucione la forma de como comenzar la gran reconstrucción todo seguirá igual por algún tiempo. Pero lo que sí que ha cambiado es algo muy claro en el ADN de este pueblo noble: El ladrillo puede acabar con la vida humana, pero nunca será capaz de acabar con el espíritu de supervivencia del hombre.
Diario de José Andrés
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