“Cité Michel”, un nuevo nombre que se añade al imaginario colectivo de los Haitianos para indexar un bolsillo de casitas, un barrio de chabolas situado sobre la carretera nacional # 2. “La ciudad lleva su nombre porque Michel fue el primero en tomar la iniciativa destinada a rellenar el litoral para construir su alojamiento”, dice un quincuagenario, expoliador el mismo, inquieto de ver su pedazo de tierra invadido por una marea de expoliadores. Se utiliza, , neumáticos, residuos y otros residuos sólidos para rellenar el mar. “Terminado el trabajo, se arregla para construir su casa”. prosigue él.
Tal como ocurre con otros barrios de chabolas creados sobre el litoral, el espacio es, a algunos lugares, pantanoso. El agua del mar comparte el diario de los residentes. Los detritos, los cerdos, los machos cabríos, las heces y el olor nauseabundo forman también parte del decorado.
Pobreza urbana.
A Ciudad Michel, las casas son en hormigón o se construyen con materiales de recuperación. El conjunto de las construcciones ofrece a los visitantes una imagen repelente. Junto a las obras en hormigón, otros, en chapas dañadas, en madera y en cartón, vienen a completar este decorado de pesadilla.
La exigüidad de las casas es la norma. Los reducidos curtidos albergan a familias de cinco a seis niños. “ Es, por el momento, privado de agua potable y de electricidad”, informa una madre de tres niños. Pero, liberó, “los jóvenes de la zona se arreglan para tener acceso a estos servicios.”
¿La plaza pública sirve para algo?
Esta anarquía, destaca uno de los habitantes de Fontamara 43, comenzó en 2003, poco tiempo después la inauguración de la plaza pública. Este último, juzga este residente, no tiene su lugar en la zona. “No tengo nada contra “la estética” lograda por este lugar y el papel que desempeña en la vida de la comunidad. Pero se construye sobre una carretera nacional y en una zona residencial muy conocida tranquila”, argumenta. Además, la cohabitación entre estos dos espacios es terrible. “Estética” y marginalidad urbana se codean.
¿El ayuntamiento del municipio de Carrefour sería impotente?
“No es el Estado que nos autoriza a rellenar el mar para construir nuestra casa”, reconoce uno de los residentes. Pero, afirma, los empleados del ayuntamiento supervisaron las construcciones. “El ayuntamiento de Carrefour y la Dirección General de los impuestos (DGI) están informados de las construcciones en curso. No somos ilegales”, pretende firmemente otro.
Queriéndose hacer más tranquilizando, precisa el alcalde hizo proceder recientemente a detenciones en la zona.
“Compré la propiedad, y durante la construcción, nuestros materiales fueron decomisados por el ayuntamiento”, explican.
El alcalde, entrevistado en los lugares, afirma haber hecho detener luego aflojar a algunos individuos en posesión de camiones de grava en la zona. “El problema nos sobrepasa en el ayuntamiento. No obstante, se intenta parar las construcciones; pero creo que el Estado debe tener una política de alojamiento para responder a estas necesidades”, ha dicho.
Amablemente, el alcalde de Carrefour, sin ser preciso, informa a los residentes que va a desmantelar estas construcciones. “Eso debe hacerse en conexión con las autoridades gubernamentales. Una cuestión de tiempo”, considera.
Jean Gardy Gauthier et Adner Estelot
Traduccion DL pour HCYN
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