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domingo, 27 de abril de 2008

Apenas anunciada la temporada lluviosa, habitantes ya registran pérdidas.

La situación prácticamente degeneró a Philipeau dónde ya se inundaron seis casas el 31 de marzo último. Los residentes casi tienen cita con la lluvia cada noche. Por decirlo así, con los efectos devastadores del agua, arena y aluviones procedentes de Desermite, campamento de barracas situado en las alturas del municipio.
Algunos ciudadanos abandonaron hasta sus casas para colocarse donde vecinos. Otros allí permanecen muy a pesar suyo intentando construir presas para proteger sus casas. Medidas de protección muy poco tranquilizadora para estos residentes que tienen sus cuchitriles colocados a la altura del más grande barranco de Philipeau.
“He pasado el dia entero colocándo bolsos llenados de gravas en torno a la casa para contrarrestar la fuerza del agua”, explicó Eliane Ilarion, con un aire abatido. Sin ninguna parte para refugiarse, esta dama de una cuarentena de años acepta exponerse al peligro inminente. Desde el principio del mes, ella lucha para sobrevivir en este medio ambiente tan vulnerable.
Con su portavoz, Delicia Jean Cernier, un responsable del Comité de apoyo para el desarrollo y la expansión de Philipeau (COSODEP) intentó llamar a los ciudadanos a la vigilancia. “Intentamos hacer lo que podemos para sensibilizar a la gente sobre las medidas que deben adoptarse en caso de desastre”, ha dicho.
Durante los períodos lluviosos, los miembros de la comunidad de Philipeau guardan los ojos en gran parte abiertos. Durante el día, hombres, mujeres y niños, sin distinción ninguna, se ponen a trabajar. Con ayuda de una pala y de un zapapico, los habitantes de este barrio de chabolas intentan canalizar el agua de los siete barrancos que cruzan la zona. Su noche, la consagran a velar por el desencadenamiento de estas aguas.
“No debe desplomarse mi casa, sino no estaré en condiciones de arrendar otra sobre la cuesta del monte por 60.000 gourdes”, se exclama Luly Jeune, un proprietario cuya casa se encuentra a la encrucijada de tres corrientes de agua.
Según Sr. Jeune, los responsables deben ayudarles a salvar los edificios hundidos en el agua.
Mars Bontemps, delegado de la zona, pide al Ministerio Obras públicas Transportes y comunicaciones (TPTC) y al Servicio metropolitana de Recogida de los Residuos sólidos (SMCRS) intervenir lo más rápidamente posible para asegurar su vida. “Mientras que hay todavia tiempo, ha dicho impaciente, nos gustaría que las instancias interesadas vuelan a nuestra ayuda con el fin de evitar pérdidas en vidas humanas. ”
Los cuchitriles de Philipeau construidos en el lecho de los barrancos de la zona se revelan irresistibles a las lluvias. Los años anteriores, gran número de ellas se han derrumbado. El 31 de marzo último, seis familias de la localidad de Philipeau a Pétion-Ville vio sus casas inundarse después de una lluvia que no duró menos de cuatro horas.
A pesar de todo, los constructores siguen haciendo de la arena el suelo de sus edificios. Este año, a las primeras lluvias, la comunidad corre el riesgo de perder seis construcciones. ¿Qué Ocurrirá durante la temporada ciclónica?
Rébecca S. Cadeaubeckypfr@yahoo.frJean Max St Fleurtmaxner@yahoo.fr
http://www.lenouvelliste.com/article.php?PubID=1&ArticleID=56242&PubDate=2008-04-26
Comentarios:
Sin hipocresia, mirandonos a los ojos debemos decir que es lamentable para estos seres humanos víctimas de la incompetencia y la falta de sensibilidad de ellos mismos primero y de las autoridades despues.
Es demasiado difícil ser dirigente en Haiti. Sobretodo para aquel que pretende ayudar a resolver los problemas y darle un poco mas de dignidad al ciudadano haitiano quien es la primera víctima y responsable de su miseria.
El riesgo de catástrofe natural no está asechando a los pobladores de Philipeau nada más. Los expertos vaticinan un remake de lo que sucedió en las ciudades Gonaives y la zona de fonds verrettes, en la misma capital de Haití y esta vez con centenares y centenares de muertos.
Para darse cuenta de esta evidencia basta con recorrer las calles y levantar la mirada hacia el horizonte.
Puerto príncipe es un inmenso e inmunda ciudad de chabolas con unos escasos focos de sitio donde aparece un semblante de urbanismo.
Mientras los pobladores reclaman la ayuda de las autoridades, se siguen construyendo de una forma más que anárquica en los lechos de ríos y de desagües.
Muchas voces han estado levantándose para denunciar esta practica y sobretodo exigir soluciones a este problema. Nadie se ha preocupado de pensar en estos barrios, esta ciudad y este país.
Las ciudades de Chabolas han existido durante los gobiernos de Duvalier y sus “tontons makout”, han proliferado durante los gobiernos militares nacidos de los golpes de estado, han alcanzado su apogeo durante los dos gobiernos de Aristide y sus “chimeres”.
La explicación de este laisser-aller, radica en la incapacidad de los gobiernos centrales de aportar soluciones a los desideratas de las masas. Entonces se deja libres de destruir con una mano para poder sobrevivir con la otra. Como la serpiente que se come poco a poco su cola, una última mordida será fatal. Los haitianos sabrán hasta donde detenerse?
La situación de estos ciudadanos es más que desesperante. Haití carece exactamente de los factores y elementos necesarios para resolver este tipo de problema. La vida de los que residen en Desermithe, Philippeau, Cité l’éternel, y otros barrios observando cotidianamente esta espada de Damocles no representa ninguna prioridad. No lo ha sido antes. No lo será hoy en día.
La prioridad de los dirigentes es robarse un máximo de dinero para luego irse en un país con cara de país y disfrutar con la familia.
Haití, un estado fracasado se encamina firmemente y seguramente hacia su desaparición. Algunos ciudadanos han aprovechado de la administración para hacerse de potentes y resistentes “salvavidas” para tirarse al mar minutos antes de que se hunda el barco.
Después de 200 años hemos constatado que definitivamente no podemos. Son más que hipocresía las declaraciones de los que participan actualmente en este baile diplomático pre-mortem. Los discursos “políticamente correctos” deben obligatoriamente decir lo contrario de lo que sienten realmente. Me imagino las conversaciones extra oficiales con las esposas y los hijos. El tono es aun mas que desesperante. Irrecuperable.
Para ayudar a los habitantes de estos barrios se necesita considerar Haití como víctima de una enorme catástrofe y los habitantes como refugiados. Hay que construir unos campos de refugiados donde se le proporcione los medios para vivir mientras que se piense y se construye otra ciudad…Es incorrecto decir eso…El nacionalismo se fue…Pero que queda cuando ya se ha perdido la dignidad humana?

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