Este domingo se celebran comicios generales y entre las ruinas que dejó el terremoto del pasado enero la población saldrá a votar, con la esperanza de que un nuevo gobierno los saque de un pozo que no tiene fin.
A los haitianos les sobran razones para no confiar en los políticos porque su historia les ha demostrado que el poder también es sinónimo de saqueos y abusos. Pero en estos momentos, cercados por la insalubridad y la miseria, no les queda otro remedio que depositar sus ilusiones en las urnas. Curiosamente, en medio del desaliento lo que sobran son candidatos presidenciales.
En las elecciones del 28 de noviembre se darán cita diecinueve aspirantes a ocupar la semiderruida Casa de Gobierno. Si hace meses el favorito era el cantante de hip-hop Wyclef Jean, cuya candidatura quedó anulada por una serie de obstáculos burocráticos impuestos por la Comisión Electoral, ahora es una ex primera dama quien podría convertirse en la primera presidenta de Haití.
Se trata de la académica Mirlande Manigat. Según las más recientes encuestas, a sus setenta años cuenta con el 30% de intención de voto, frente al 22% de su principal contendiente, Jude Celestin, yerno y protegido del gobernante Réne Préval.
Estimaciones
Como ocurriera en Brasil con la actual presidenta Dilma Rousseff, aunque Madame Manigat se perfila como la ganadora, seguramente no alcanzará el 50% de los votos necesarios y deberá ir a una segunda vuelta prevista para el 16 de enero.
A diferencia de Rousseff, candidata oficialista que contaba con el apoyo y la maquinaria del Partido del Trabajo, Manigat representa el cambio frente a un panorama plagado de acusaciones de corrupción e ineficacia, a pesar de que la Administración Préval ha contado con ayuda millonaria de gobiernos y ONG´s para reponerse de las catástrofes.
Mirlande Manigat se sitúa en un centro reformista que ella ha denominado “capitalismo con rostro humano”; en su agenda está disminuir gradualmente la presencia de la misión de la ONU, destacada en Haití desde las revueltas de 2004 contra Jean-Bertand Aristide.
Esta mujer educada en la Sorbona y perteneciente a la élite haitiana, aboga por un mayor control de las cientos de agencias humanitarias que operan en el territorio sin supervisión por parte del gobierno. Además, en su campaña ha insistido en la necesidad de crear programas de educación dirigidos a más de la mitad de la población infantil que no está escolarizada. Sin duda, grandes propósitos para un pueblo donde la mayoría carece de facilidades esenciales como tener techo o agua potable.
Si Dilma Rousseff es percibida en Brasil como la discípula de un Luiz Inácio Lula da Silva que todavía manda a la sombra, en Haití muchos ven en Mirlande una extensión de su esposo y ex presidente, el octogenario Leslie Manigat, quien gobernó en 1988 durante cuatro meses antes de ser depuesto por una Junta Militar. Hasta ahí los paralelismos. Rousseff heredó una nación en pleno auge socio-económico. De Mirlande Manigat, en cambio, se espera un milagro. Este domingo los haitianos apostarán una vez más por su salvación.
http://www.elmundo.es/america/2010/11/25/noticias/1290694085.html
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