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martes, 30 de noviembre de 2010

¡Paren de matar a los haitianos!

Por: Alejandro A. Tagliavini* 29 de Noviembre del 2010
Alejandro A. Tagliavini*
En Haití no se ha hecho lo necesario para salvarla: reducir el poder mafioso y coactivo de su estado.
¡Paren de matar a los haitianos! No es literatura, no es el simple título de una columna de opinión, es una exigencia moral urgente: ¡Paren de matar a los haitianos!
De todo se hizo para "salvar a Haití", pero en verdad no se hizo nada (o lo que se hizo no sirve para nada, lo mismo da), como queda demostrado. Como broche de oro, ahora se propaga el cólera, que deja ya más de 1.500 muertos. Solo se ha hecho propaganda "humanitaria" para salvar la cara y mantener el statu quo del mafioso Estado haitiano. De todo, menos lo necesario: disminuir el poder coactivo, violento del Estado para liberar las fuerzas creadoras de las personas. Pero esto no le conviene al gobierno, ni a la mafia, no importa cuántos haitianos, literalmente, tengan que matar con balas, con hambre o con epidemias.
En columnas anteriores ya había dicho que lo que destruyó a Haití no fue ninguna "catástrofe" natural, sino la violencia de algunos, del Estado, que destruye e impide el desarrollo, precisamente, natural, espontáneo, de la vida. Estos gobiernos no son sino su capacidad militar y policial de reprimir para hacer cumplir un "orden", establecido por los políticos (las "leyes"). Son el monopolio de la violencia que, como toda violencia, destruye.
A diferencia del mercado, donde las transacciones son voluntarias entre las partes, el Estado impone coactivamente (utilizando el falso concepto de violencia justa) cargas tributarias y regulaciones o prohibiciones que quedan bajo el arbitrio del funcionario, lo que, tarde o temprano, termina en corrupción. Así, el estatismo haitiano dejó al país en la miseria, sin la infraestructura más elemental para vivir y sobrevivir a catástrofes. Y el colmo es que, apoyado por la ONU, ni siquiera ha dejado que llegaran a los ciudadanos los millones de dólares enviados por las ONG.
Desde el terremoto que dejó más de 200.000 muertos y 1,3 millones de refugiados en asentamientos "provisorios", la ONU prácticamente ha tomado el control del país. Un contingente multinacional, con 12.000 efectivos en la actualidad, la Minustah, se ha convertido en un símbolo de todos los males. Todo el país los repudia, algunos señalan a los cascos azules de Nepal como los culpables de haber importado la epidemia, pero todos saben que ellos mantienen el statu quo de hambre y miseria en este país del Caribe, con casi 10 millones de habitantes, que fue el primero en abolir la esclavitud, en 1794, y el primero de esta parte del mundo en declararse independiente de la colonia francesa, en 1804.
Haití es hoy más dependiente que nadie de la ayuda internacional, al punto de que algunos lo llaman "el país ONG", ayuda inútil mientras exista este estatismo mafioso que todo desarrollo impide en la nación más pobre de Occidente, donde la esperanza de vida apenas supera los 50 años. Así, es lógico que pocos se interesen por las elecciones de este domingo 28 de noviembre, para Presidente, senadores y diputados, ya que todo está orquestado para que nada cambie.
Por caso, cuenta Mary Anastasia O' Grady en 'The Wall Sreet Journal', que las importaciones, básicas para el desarrollo, deben ingresar por la aduana estatal, donde la mafia solo admite contenedores luego de pagar sobornos. Pero nadie ha hecho nada para eliminar esta coacción estatal que impide la libre circulación. "¿Por qué EE. UU. y la ONU se han negado a... terminar con un negocio corrupto...?", se pregunta O' Grady. Porque son socios, porque la disminución del estatismo haitiano supondría la disminución proporcional de la presencia de la ONU, cuyos burócratas no quieren perder sus trabajos con suculentos viáticos. Por mantener su negocio, la ONU ha sido cómplice de innumerables matanzas. Por ejemplo, en 1994, aunque creo que había soluciones mucho mejores, una empresa de seguridad privada propuso pacificar Ruanda con 1.500 hombres a un costo diario de US$ 600.000. La fuerza de la ONU, que fue enviada tarde, cuando horripilantes masacres se habían realizado, terminó costando US$ 3 millones diarios.
Violentas manifestaciones y choques con cascos azules, que comenzaron en Cap Haitian, dejaron dos muertos entre los civiles, en protesta por la propagación de la epidemia de cólera. La ONU reconoció haber disparado alegando legítima defensa. Los manifestantes exigían a los cascos azules que abandonen el país, acusándolos de "dejar morir a la población". Es injustificable la reacción violenta de algunos civiles, pero tienen razón en exigir que ¡dejen de matar a los haitianos!
* Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/paren-de-matar-a-los-haitianos_8478842-4

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