TRAGEDIA INTERNACIONAL
24 de noviembre del 2010
Silvina Calvo Lamas - (Madrid) Todavía no ha pasado un año del devastador terremoto que arrasó al país más pobre de América Latina. Luego llegarían huracanes e inundaciones, y ahora, el cólera. Parece ser que el destino se ha ensañado con los haitianos, pero ¿es el destino?
Hace más de 100 años que no había cólera en la isla. He leído que el de ahora fue introducido por soldados de Nepal pertenecientes a los cascos azules de la ONU, aunque la cepa tiene su origen en el sur de Asia. Los haitianos hicieron violentas protestas contra la ONU y hubo enfrentamientos con estas fuerzas, que mataron a tres haitianos.
Las Naciones Unidas cancelaron vuelos con ayuda, y la OMS frenó el entrenamiento médico. Algunas oenegés también suspendieron proyectos de purificación del agua. Mientras tanto, la epidemia de cólera sigue avanzando y ya hay más de 1.000 muertos.
El foco inicial, a las orillas del río Artibonite, se extendió hasta Puerto Príncipe y después llegó hasta la República Dominicana. El cólera es una enfermedad que puede evitarse fácilmente si hay información suficiente para cumplir unas mínimas medidas de higiene, como lavarse las manos con jabón de forma regular, evitar comer verduras crudas, hervir el agua y cocinar los alimentos.
Se cura si se detecta a tiempo; la hidratación oral o por vía intravenosa salva la vida del paciente. Sin embargo, si no se trata en el debido momento, el cólera mata de forma rápida. Se propaga a través del agua y la comida contaminada. No solo la pobreza extrema, los malos políticos, los terremotos, los huracanes, las inundaciones y las enfermedades matan a los pobres haitianos; también mata la indiferencia.
La comunidad internacional adopta una posición de solidaridad e indiferencia al mismo tiempo. La solidaridad llega lentamente.
Organismos como Manos Unidas trabajan hace muchos años en la zona y continúan haciéndolo, pero, pese al cólera, cruceros de lujo (como el `Royal Caribbean¿) siguen atracando en el paradisiaco puerto privado de Labadee, separado por un muro de la tragedia de la muerte, el caos, los llantos y la destrucción. Haití agonizaba mucho antes del terremoto y del cólera, y por lo que el mundo tiene la obligación moral de tender una mano al que sufre. Hay que condonar la deuda externa haitiana por razones humanitarias. Ayudar significa pensar primero en la gente.
http://www.elperiodico.com/es/cartas/lectores/20101124/colera-nueva-calamidad-haitiana/9392.shtml
Abrimos este espacio en 2007 cuando en Haití se hablaba también español debido a la presencia de los soldados latinos de la MINUSTAH. Una ventanilla de expresión hispánica para verse mejor . Después del 2010, el mundo hispano se ha acercado bastante a Haití. Sirvio para darse cuenta del distanciamiento de sus vecinos de culturas hispanas casi todas. Esta sigue abierta para recibir todos aquellos que quieran entender y ayudar a esta nación patrimonio de la humanidad.
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