María Elena Salinas 2010-11-22 , La Opinión
Las Américas.- Si creyera en magia negra, diría que Haití está maldecido, pero ese no es el caso. Aun así, me pregunto por qué Haití, un país considerado ya el más pobre del hemisferio occidental, se ha visto tan golpeado este año con tanto sufrimiento y desesperanza.
Han pasado casi 11 meses desde que un potente terremoto prácticamente destruyó la capital de Haití matando a casi 300,000 personas y dejando a más de un millón sin hogar. A pesar de que se prometieron millones de dólares de todo el mundo para ayudar a la recuperación, tan sólo se ha recibido un 15% y se ha avanzado muy poco. Los edificios están todavía en escombros y las familias siguen viviendo en condiciones insalubres e inhumanas en tiendas de campaña utilizadas como refugios al aire libre.
En esas circunstancias, era de esperarse que cuando el huracán Tomás golpeara la isla hace unas semanas, habría más muerte, destrucción y miseria en Haití. La epidemia de cólera ya existente, se ha multiplicado desde la tormenta. Hasta mediados de noviembre mas de 1,000 personas habían muerto por la enfermedad y muchas habían sido hospitalizadas con síntomas de cólera. En su desesperación, los haitianos se vuelven cada vez más violentos, atacando incluso un puesto de guardia de Naciones Unidas después de rumores de que un contingente de fuerzas de paz de Nepal había propagado la enfermedad.
No hay nada que se pueda hacer contra los desastres naturales. Ayuda de emergencia internacional en gran escala podría, tal vez, ayudar a controlar la propagación de la enfermedad. Pero lo que es totalmente inaceptable y evitable es otro degradante y desmoralizador fenómeno para la sociedad haitiana: El tráfico humano de jóvenes haitianos, hombres y mujeres, hacia la vecina República Dominicana.
El comercio ilegal de humanos no es un problema nuevo en las 200 millas de frontera compartida por los dos países vecinos en la isla Española. Sin embargo, desde el terremoto, ha quedado fuera de control. Una reciente investigación realizada por The Miami Herald documenta la alarmante situación. En lo que va de este año más de 7,300 niños y niñas han sido introducidos de contrabando en República Dominicana, en comparación con 950 en el 2009, según activistas de derechos humanos que monitorean la frontera.
Esto no es más que un negocio tanto para los haitianos como para los dominicanos que participan en la actividad ilícita. El primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive reconoció al Herald que "el contrabando es un motor económico entre ambos países." Según dijo, todo el mundo se beneficia de alguna manera. Es su única fuente de ingresos. Pero para los jóvenes, víctimas del contrabando humano, es una tragedia, una manera indigna de vivir sus vidas.
El periodista investigativo Gerardo Reyes, quien junto a Jacqueline Charles pasó varias semanas trabajando en la historia especial de The Miami Herald y su contraparte en español El Nuevo Herald, dice que a los 30 minutos de llegar a la frontera entre Haití y República Dominicana había dos tipos ofreciéndoles niños. Les hablaron acerca de una joven de 15 años de edad que había sido vendida a una pareja por $125, pero después de haber sido maltratada por la pareja, ella regresó a los contrabandistas. "Es una chica muy agradable, que puede limpiar y puede cocinar," les dijo.
El costo promedio para comprar una niña(o) o adolescente es de $80. Son utilizadas como empleadas domésticas, cocineras, y aun peor, como prostitutas. Los reporteros encontraron docenas de casos en los que hombres mayores pagaban para tener relaciones sexuales con niños o niñas. A pesar de que República Dominicana ha fortalecido supuestamente las leyes contra la trata de seres humanos, la corrupción en ambos lados de la frontera está muy extendida, y los guardias fronterizos se hacen de la vista gorda dejándose sobornar por unos cuantos dólares.
No es difícil cruzar de un país a otro, especialmente en días de mercado, los lunes y viernes, cuando las autoridades dominicanas abren la frontera para que los comerciantes compren y vendan. Tan sólo desde hace poco tiempo los guardias dominicanos empezaron a pedir pasaportes, no tanto para impedir el contrabando de humanos, sino para tratar de frenar la posible propagación del cólera hacia su país.
Haití ha tenido una historia de tragedia y agitación política. La comunidad internacional no puede cerrar los ojos ante los problemas que aquejan a este país y seguirse mostrando sólo simbólicamente cuando ocurre un desastre natural. Ningún ser humano debería tener que soportar tanto sufrimiento, y sobre todo, ningún niño debería ser despojado de su inocencia.
......El comercio ilegal de humanos no es un problema nuevo en las 200 millas de frontera compartida por los dos países vecinos en la isla Española. Sin embargo, desde el terremoto, ha quedado fuera de control. Una reciente investigación realizada por The Miami Herald documenta la alarmante situación. En lo que va de este año más de 7,300 niños y niñas han sido introducidos de contrabando en República Dominicana, en comparación con 950 en el 2009, según activistas de derechos humanos que monitorean la frontera.
Esto no es más que un negocio tanto para los haitianos como para los dominicanos que participan en la actividad ilícita. El primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive reconoció al Herald que "el contrabando es un motor económico entre ambos países." Según dijo, todo el mundo se beneficia de alguna manera. Es su única fuente de ingresos. Pero para los jóvenes, víctimas del contrabando humano, es una tragedia, una manera indigna de vivir sus vidas.
El periodista investigativo Gerardo Reyes, quien junto a Jacqueline Charles pasó varias semanas trabajando en la historia especial de The Miami Herald y su contraparte en español El Nuevo Herald, dice que a los 30 minutos de llegar a la frontera entre Haití y República Dominicana había dos tipos ofreciéndoles niños. Les hablaron acerca de una joven de 15 años de edad que había sido vendida a una pareja por $125, pero después de haber sido maltratada por la pareja, ella regresó a los contrabandistas. "Es una chica muy agradable, que puede limpiar y puede cocinar," les dijo.
El costo promedio para comprar una niña(o) o adolescente es de $80. Son utilizadas como empleadas domésticas, cocineras, y aun peor, como prostitutas. Los reporteros encontraron docenas de casos en los que hombres mayores pagaban para tener relaciones sexuales con niños o niñas. A pesar de que República Dominicana ha fortalecido supuestamente las leyes contra la trata de seres humanos, la corrupción en ambos lados de la frontera está muy extendida, y los guardias fronterizos se hacen de la vista gorda dejándose sobornar por unos cuantos dólares.
No es difícil cruzar de un país a otro, especialmente en días de mercado, los lunes y viernes, cuando las autoridades dominicanas abren la frontera para que los comerciantes compren y vendan. Tan sólo desde hace poco tiempo los guardias dominicanos empezaron a pedir pasaportes, no tanto para impedir el contrabando de humanos, sino para tratar de frenar la posible propagación del cólera hacia su país.
Haití ha tenido una historia de tragedia y agitación política. La comunidad internacional no puede cerrar los ojos ante los problemas que aquejan a este país y seguirse mostrando sólo simbólicamente cuando ocurre un desastre natural. Ningún ser humano debería tener que soportar tanto sufrimiento, y sobre todo, ningún niño debería ser despojado de su inocencia.
María Elena Salinas es autora del libro "Yo soy la hija de mi padre: Una vida sin secretos." www.mariaesalinas.com
http://www.impre.com/laopinion/opinion/opinion/2010/11/22/antilde;o-tragico-para-haiti-223750-2.html
Abrimos este espacio en 2007 cuando en Haití se hablaba también español debido a la presencia de los soldados latinos de la MINUSTAH. Una ventanilla de expresión hispánica para verse mejor . Después del 2010, el mundo hispano se ha acercado bastante a Haití. Sirvio para darse cuenta del distanciamiento de sus vecinos de culturas hispanas casi todas. Esta sigue abierta para recibir todos aquellos que quieran entender y ayudar a esta nación patrimonio de la humanidad.
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