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miércoles, 17 de febrero de 2010

'Hermana, métase en casa que vamos a empezar a disparar'

Roberto Bécares (Enviado especial) | Puerto Príncipe
Cité Soleil es como la barriada de la película 'Ciudad de Dios' de Fernando Meirelles, la trepidante cinta que muestra la miseria y la delincuencia de una de las favelas de Río de Janeiro. Allá donde la vida no vale ni un real y la venganza a tiros es moneda de cambio. Cité Soleil es esa favela trasladada a Puerto Príncipe. Pocos que no sean de allí osan entrar. Es terreno vedado si no quieres que te atraquen y te metan un tiro a las primeras de cambio.
La Policía haitiana incluso monta puestos a la entrada de la barriada para evitar el paso de vehículos de no residentes. Fotógrafos como José Luis Cuesta o Cristóbal Manuel han sido algunos de los pocos periodistas españoles que se han atrevido a sumergirse en ese laberinto de favelas, separadas por el espacio justo para poder pasar entre ellas casi de lado. Distancia exigua pero suficiente para que un ‘Ze Pequeño’ haitiano te descerraje dos tiros sin verlas venir.
Tres mil de los cerca de 320.000 habitantes de la barriada murieron en el seísmo y unos 15.000 resultaron heridos. La ayuda humanitaria, sin embargo, tardó casi dos semanas en llegar. Fue un despliegue casi de zona de guerra. Helicópteros estadounidenses sobrevolando las chabolas, soldados apostados en los tejados y en los vehículos militares. Y todo, para repartir sacos de arroz.
Tras el terremoto, cerca de 4.000 presos que vieron como los muros de la cárcel se venían abajo y lograron huir volvieron en su mayoría a Cité Soleil, uno de las barrios más pobres del mundo, donde el crimen organizado funciona por bandas criminales, responsables de que cada día se atiendan allí hasta tres heridos de bala.
Las únicas trabajadoras sociales que durante los últimos treinta años han vivido allí, han curado las heridas de los hijos de los pobres y delincuentes, les han dado comida y educación, han sido las Hijas de la Caridad, entre ellas una española, Sor Pilar.

Respeto reverencial

El respeto que les profesan los vecinos de los chamizos de aquel lugar infesto de basura es reverencial. "Nos avisaban cuando iba a ver problemas; nos decían: ‘Hermanas, métanse en casa que vamos a empezar a disparar’", recuerda Sor Pilar, que muchas veces ha acudido a trabajar en la legación que las hermanas tienen allí además de en Silve La Plane. Dice la hermana que incluso alguna vez han parado tiroteos para dejarlas pasar y que las propias bandas vigilaban que nadie se atreviera a desvalijar los pocos medicamentos que almacenaban en el dispensario. Su grado de ascendencia era tal que hasta se permitía darles consejos. "Recuerdo que un día le dije a uno de ellos '¿Pero cuándo 'váis a dejar de dar tiros por ahí?'; él me respondió 'Es que no tenemos con que comer'".
Por muy míseros que sea su concepto de lo que vale la vida, los delincuentes de Cité Soleil parecen los primeros en darse cuenta de lo que hacen estas hermanas, así como muchos misioneros y voluntarios repartidos por todo el país, muchos de los cuales dan todo a cambio de nada y están orgullosos de su trabajo. "Llevo ya aquí 27 años; cuando vuelvo a Pamplona mi familia me dice que me quede, que ya hecho mucho aquí; yo siempre les respondo lo mismo; aquí tenéis toda la ayuda que queráis, no os falta de nada; allí no tienen ni para comer", asevera Sor Pilar en un relato que te congela la sangre. "Y merece mucho la pena", remacha.
España se ha volcado con la ayuda a Haití. El propio Ejército, ONG´s, bomberos, médicos y particulares han acudido allí pocas horas después de la catástrofe para ayudar, como así hizo el proyecto de cooperación de Madrid Rumbo al Sur (MRS), dirigido por Telmo Aldaz de la Quadra Salcedo, al que ELMUNDO.es ha acompañado durante seis días para ver el reparto de ayuda y el trabajo en la zona.
Desde Madrid, mucha gestión previa y durante el viaje, llevada a cabo por Isabel y Mar Aldaz, y duro trabajo en Leogane, donde se ha instalado un campamento junto a la ONG Acoger y Compartir para los niños huérfanos de Puerto Príncipe, en un vergel donde los chavales podrán seguir sus estudios y tener agua potable, después de que bomberos alemanes ayudaran ayer al equipo de MRS a llenar el depósito que habían instalado. En total, se han repartido por los barrios más pobres hasta seis toneladas de ayuda humanitaria.

Años de trabajo

Tres de los miembros del grupo se quedan ahora allí para instalar otra tienda militar de campaña en Los Cayos, a seis horas en coche de Leogane. Y otros muchos cooperantes españoles permanecerán allí durante meses, como Bomberos Unidos Sin Fronteras, que da asistencia médica en varios puntos del país. A muchos se les ha quedado y se les quedará grabado a sangre y fuego en la mente los ojos de la miseria, como a Anika Coll, de los Bomberos de la Comunidad de Madrid, que cuando volvió a Madrid pidió a MRS que ayudara al padre de un niño pequeño al que consiguieron salvar de entre los escombros y que perdió a otro de sus hijos.
Quedan años de trabajo en Haití, que vuelve a partir de cero como en 1808, cuando se declaró la primera república independiente negra del mundo. El gobierno corrupto es el mayor obstáculo que tienen los cerca de nueve millones de personas –uno de ellos sin hogar tras el seísmo- que viven en el país. La ayuda económica que está llegando al pueblo haitiano es mayúscula, pero deberá ser auditada por la Comunidad Internacional, que tampoco debe excederse en su paternalismo.
"Nosotros somos lo que tenemos que levantar esto", me decía orgulloso hace varios días un abogado de Puerto Príncipe. Pues eso. Enseñarles a pescar y no darles un pez como muchas veces se ha hecho hasta ahora en esta ‘isla africana’ pérdida en el Cáribe donde sólo existe una verdad absoluta: la fe.

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