En pijamas y con la dignidad maltrecha, el depuesto presidente hondureño lanzó un llamado a los militares de su país para que respeten la vida de sus familiares y amigos
Tegucigalpa, Honduras
José Manuel Zelaya Rosales, un hondureño nacido en Catatacamas, Olancho, en 1952, se convirtió en presidente constitucional de Honduras el 27 de enero de 2006. La banda presidencial le fue impuesta en una ceremonia pública celebrada en el estadio Nacional.
“Mel”, como se le conoce popularmente, sucedió en el poder al saliente presidente Ricardo Maduro.
Allí, ante el pueblo de Honduras, Zelaya Rosales juró cumplir con la Constitución de la República.
Tres años después pareciera que olvidó su compromiso y se decidió por abrazar la idea de convocar a una consulta popular que le diera la bendición para llevar a una Asamblea Constituyente y hacer una nueva Constitución.
El Congreso Nacional, el Tribunal Supremo Electoral y el Ejército han impedido que cumpliera su cometido y su pretensión le costado el puesto. Ahora está en Costa Rica, donde fue enviado por sus intenciones continuistas.
Su decidida apuesta por la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y su pública condena del bloqueo estadounidense a Cuba lo convirtieron en compañero de viaje de la vieja y nueva guardia latinoamericana: del venezolano Hugo Chávez en especial, pero también del boliviano Evo Morales e incluso del cubano Fidel Castro, que en marzo le dedicó encendidos elogios.
Un líder populista
Afable y con gran facilidad de comunicación, este hombre de 1.90 metros de altura se caracteriza por su inseparable sombrero de ala ancha, frondoso bigote, guayaberas blancas y botas de cuero, que lleva aunque vista con traje.
Procedente de una familia de madereros y ganaderos de Olancho (este), el mandatario cursó estudios de ingeniería civil que no llegó a terminar, ya que se dedicó a la agricultura y la ganadería en las tierras de su familia.
De su procedencia rural, Zelaya conserva su apego a la familia -tiene cuatro hijos-, su afición por los caballos y el ganado, y también una vena artística que expresa tocando guitarra.
Fue presidente de la Asociación de Industriales de la Madera, directivo del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), que aglutina a la cúpula del empresariado, y se desempeñó como gerente de un banco y de otras empresas.
Como funcionario público se le conoce por su obra en el Fondo de Inversiones de Honduras (FIHS) durante la administración del ex presidente Carlos Flores (1998-2002), difícil época en que el país fue devastado por el huracán Mitch.
En ese período, el FIHS desplegó una importante obra social, reconstruyendo carreteras, edificios, acueductos y otras obras públicas, en un proceso en que las comunidades mismas, reunidas en cabildos, definían sus prioridades.
Zelaya, que enarbola este concepto de participación con el nombre de “poder ciudadano”, ha tratado de llevarlo a la administración pública junto a una política de transparencia.
Este gran aficionado a los caballos se presenta como “un hombre del pueblo”, ajeno a “los grupos de poder” de Honduras, a los que ha intentado combatir durante su presidencia, impulsando “una nueva revolución pacífica” para instaurar en el país una democracia participativa.
Urna ilegal
Su decisión de llevar a cabo este domingo una consulta popular, que había sido declarada ilegal por la justicia y a la que se oponían todas las instituciones estatales, lo llevó a un pulso con los llamados grupos de poder que formaban parte incluso de su propio partido.
Zelaya quería conocer la opinión de la población para convocar un referéndum el próximo 29 de noviembre, coincidiendo con las elecciones generales, para formar una Asamblea Constituyente que reformara la Constitución y permitiera la reelección presidencial.
Desde Costa Rica
En pijamas y con la dignidad maltrecha, el depuesto presidente hondureño lanzó un llamado a los militares de su país para que respeten la vida de sus familiares y amigos.
“Espero que los militares rectifiquen, le pido a la prensa que desde sus tribunas pida a las fuerzas militares que garanticen la vida de familia y amigos y que respeten la dignidad... piensen en ustedes mismos, porque están violentando sus propios derechos y los del pueblo hondureño”, dijo Zelaya.
Reconoció que ha tenido dos o tres contactos con allegados que se encuentran en casas particulares, pero no ocultó su preocupación por ellos.
“Mi familia sigue en Tegucigalpa... Los grupos militares fuertemente armados irrumpieron en mi casa como a las 5:00 de la mañana, hubo resistencia de mi guardia personal, hubo gritos y disparos. Mi hija estaba y por eso decidí salir, como andaba, con la ropa que tenía puesta... todavía ando sin calcetines ni ropa interna”, expresó el gobernante, e insistió en que “fui secuestrado con violencia y brutalidad, esto es un retroceso de 40 ó 50 años, a la época de las dictaduras”.
Indicó que tiene informes de que también fue detenida y sacada de Honduras su canciller Patricia Rodas, así como fueron detenidos varios embajadores, entre ellos los de Cuba y Venezuela.
“El problema es que si hacer una encuesta, que además no era vinculante, provoca un golpe de Estado, entonces ¿en qué democracia vivimos? No es así como se resuelven las divergencias políticas”, apuntó Zelaya en referencia a la consulta que se realizaría el domingo sobre la posibilidad de modificar la Constitución y aprobar la reelección. Zelaya admitió que ese tema fue el detonante de la crisis actual en el país.
Abrimos este espacio en 2007 cuando en Haití se hablaba también español debido a la presencia de los soldados latinos de la MINUSTAH. Una ventanilla de expresión hispánica para verse mejor . Después del 2010, el mundo hispano se ha acercado bastante a Haití. Sirvio para darse cuenta del distanciamiento de sus vecinos de culturas hispanas casi todas. Esta sigue abierta para recibir todos aquellos que quieran entender y ayudar a esta nación patrimonio de la humanidad.
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