19.12.2010
Nuevamente leemos sobre Haití, y otra vez no son buenas noticias. Las acusaciones de fraude electoral en las elecciones presidenciales que se llevaron a cabo el pasado 28 de noviembre dieron lugar a disturbios de gran magnitud. A pesar del trabajo de una misión de la OEA y de la Comunidad del Caribe para evitar disturbios, no se pudieron evitar las acusaciones contra los dos candidatos que continuarían en una segunda vuelta.
El pasado miércoles 8 de diciembre, Haití volvió a ser tapa de distintos diarios del mundo en lo que parece ser un año de sucesivas malas noticias para la isla. ¿La razón? Puerto Príncipe era escenario de violencia y disturbios luego de que se supieran los resultados de las elecciones para presidente, según los cuales el candidato oficialista Jude Celestin había avanzado a la segunda ronda electoral para competir con la ex primera dama Mirlande Manigat. Miles de manifestantes salieron a las calles, dejando un saldo de al menos cuatro muertos y diez heridos; erigieron barricadas e incendiaron objetos para protestar por la eliminación del tercer candidato, el cantante Michel “Sweet Micky” Martelly, mientras estallaban simultáneamente protestas en Les Cayes, Cabo Haitiano y otras ciudades.
Los resultados anunciados el martes por la noche fueron cuestionados de manera casi inmediata tanto en Haití como en el exterior, amenazando con agravar la inestabilidad en un país golpeado por una epidemia de cólera y que aún se recupera del devastador terremoto del 12 de enero. La embajada estadounidense dijo que los resultados no coincidían con informes de los observadores electorales oficiales, según los cuales Celestin probablemente sería eliminado en la primera vuelta.
Los simpatizantes de Martelly consideran que los resultados son fruto de un complot entre el Consejo Provisional Electoral (CPE) y Preval para garantizar la continuidad en el poder de su partido político, Inite. Los partidarios de Martelly aseguraron que si no se reconoce que las elecciones fueron fraudulentas, se desatará una ola de violencia sin precedentes. Por lo pronto, la comisión electoral determinó que llevará a cabo un inmediato recuento en presencia de los observadores internacionales y los candidatos que obtuvieron más votos.
No es la primera vez que en la isla se gritan a viva voz acusaciones de fraude. Además de las sucesivas dictaduras y golpes de Estado que vivió este país, las denuncias de fraude y corrupción contra el ex presidente Jean-Bertrand Aristide desembocaron en la intervención de las fuerzas de la ONU y la creación de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH). La misma debió actuar en la isla debido a los fuertes disturbios y a la inevitable ola de violencia que se desató luego de que Aristide no tuviera otra opción más que partir hacia el exilio, a causa del endurecimiento de la oposición y el rechazo a su gobierno.
Lo cierto es que la corrupción, la inestabilidad y la violencia son consecuencia de la miseria y la pobreza en que está sumergido el país. Según datos del Fondo Monetario Internacional, la economía haitiana generó el año pasado un PIB nominal de 6.908 millones de dólares y una renta per cápita de 772 dólares, siendo la más pobre de todo el continente americano y una de las más desfavorecidas del mundo. Cabe remarcar también que el 80% de su población vive bajo el umbral de pobreza y dos tercios de ella son dependientes de un sector de la agricultura y pesca, tradicionalmente organizado en pequeñas explotaciones de subsistencia, fragilizadas por la carencia y empobrecimiento del suelo disponible y la falta de ayuda exterior. La sobreexplotación y la erosión del terreno son consecuencia de una intensiva y descontrolada deforestación, que ha llevado a la superficie arbolada de Haití del 60% en 1923 a menos del 2% en 2006. Tan sólo un 50% de la población puede leer y escribir, y más de la mitad de los haitianos carece de agua potable o acceso a instalaciones sanitarias. Además, la mitad de la población está desnutrida y el 4.5% de los haitianos tiene VIH/Sida, la mayor incidencia en el continente americano. Como resultado, la esperanza de vida al nacer está por debajo de los 50 años, y enfermedades como la tuberculosis se encuentran en aumento.
La miseria, la pobreza, el abandono y la falta de soluciones que permitan a la economía haitiana repuntar de manera sostenida y a largo plazo hacen, que se comprenda por qué esta isla antillana vive continuamente inmersa en el caos. De hecho, podríamos decir que éste fue un año particularmente difícil para Haití. A principios de enero, un sismo con una magnitud de 7 grados en la escala de Richter sacudió a la isla, dejando miles de heridos y muertos, además de incontables familias que perdieron su hogar, mientras que todo aquello que poseían quedaba bajo los escombros.
A su vez, pocos meses atrás los ojos del mundo volvieron a mirar a Haití ya que un brote de cólera dejó como saldo más de 2000 muertos. Las acusaciones apuntaban a un contingente de fuerzas de paz de la Organización de Naciones Unidas, ya que se afirmaba que el brote se había originado en el agua contaminada cercana a una de sus bases en las afueras de la aldea de Mirebalais, junto a un tributario del río haitiano Artibonite. La epidemia se dispersó rápidamente a otras ciudades haitianas, lo que tuvo llevó al colapso de los hospitales. Este hecho volvía a dejar en evidencia, al igual que lo hizo el terremoto en enero, las pésimas condiciones de vida de los haitianos: la mayoría no tiene acceso a los bienes y comodidades más básicos y esenciales para cualquier ser humano.
¿Cuáles son las soluciones para Haití? ¿Más ayuda externa? ¿Mayores cantidades de misiones humanitarias? ¿O tal vez el esfuerzo en pos de que Haití pueda lograr una mayor integración regional que le permita ser parte de proyectos económicos plausibles de ser sostenidos en el largo plazo? A su vez, ¿alcanza solamente con la ayuda caritativa y la constante presencia de misiones de paz de las Naciones Unidas?
No existen dudas acerca de que esta isla caribeña de blancas arenas y mar cálido y transparente necesita de proyectos coherentes para conseguir enfrentar los desafíos de un mundo globalizado desigual y excluyente; quedaría por ver en qué marco se puede llevar adelante esta idea. Lo cierto es que Haití necesita poner sus asuntos en orden y fortalecer sus instituciones si se busca que cualquier proyecto para el desarrollo tenga posibilidades de prevalecer.
por Daniela Gutiérrez Álvaro
http://www.noticiasyprotagonistas.com/noticias/26917-haiti-anhelando-el-paraiso/
Abrimos este espacio en 2007 cuando en Haití se hablaba también español debido a la presencia de los soldados latinos de la MINUSTAH. Una ventanilla de expresión hispánica para verse mejor . Después del 2010, el mundo hispano se ha acercado bastante a Haití. Sirvio para darse cuenta del distanciamiento de sus vecinos de culturas hispanas casi todas. Esta sigue abierta para recibir todos aquellos que quieran entender y ayudar a esta nación patrimonio de la humanidad.
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