Ganó, gustó y goleó

El Salvador retomó el camino correcto en su sueño de llegar a la hexagonal al batir ayer 5-0 a Haití. Rodolfo Zelaya fue figura y héroe con tres de las cinco anotaciones.

Denni Portillo accion@laprensa.com.sv
Matador. Los esperó tanto tiempo y cuando más se necesitaban Rodolfo Zelaya anotó los goles —sus primeros tantos— con la selección, los que sirven para que el sueño mundialista se mantenga vivo. Hasta lloró por ellos. Lágrimas de un héroe.
Porque por todo lo planificado pintaba para que El Salvador pasara más de un problema para vencer a Haití. Huérfano de su principal referente ofensivo, Eliseo Quintanilla, era necesario demostrar suficiencia. Y se consiguió con creces, de la forma menos esperada.
Porque los goles llegaron por la ruta que nadie lo pensaba. Arriesgándose a tirar la pelota arriba, al pelotazo, y esperando el error del rival.
Mucho tuvo que ver que Haití cometiera el primer error. Ahogados por los gritos de más de 20,000 personas su arquero Gabard Fenelon y su capitán Frantz Bertin no tuvieron la paciencia ni la serenidad necesaria para rechazar una pelota sin peligro que llegó al borde de su área.
Casta de goleador
Quien sí la aprovechó e hizo valer su casta fue Rodolfo Zelaya. La pelota que cualquier otro delantero da por perdida, el delantero de Alianza la buscó y por eso se encontró con ese esférico suelto para empujarlo mansamente y comenzar a borrar el recuerdo de la derrota ante Costa Rica.
Ahí comenzó la fiesta. Y siguió cuando cinco minutos después Haití se quedó con un hombre menos al derribar Pierre Bruny a Williams Reyes, quien se enfilaba a marco.
No pudo el nacionalizado definir esa, pero pudo luego llegarle a una pelota larga que le tiró William Torres Alegría. Suficiente para tirar el centro que Zelaya esperaba en el segundo poste para cambiarla y ponerla al primer tubo. De nada sirvió el arañazo de Gabart: el balón besó la red. Iban dos.
Mucho podría parecer que había sucedido hasta ese momento en el partido, pero fue poco. Ahí es donde cabe hacer la reflexión: porque hasta ese momento se tuvieron dos llegadas y las dos se definieron, pero por momentos se extrañó a Cheyo, cuando no hubo fútbol horizontal y había que tirar la pelota atrás para esperar que Haití se encimara y sorprenderlo con el pelotazo.
La fórmula siguió dando resultado. Si el primero fue el de la ilusión, y el segundo el de la confirmación, el tercero fue la consagración para Zelaya. Torres Alegría giró sobre sí mismo para dejar que Rodolfo pasara a su espalda justo para burlar a Gabart y ponerle su firma definitiva al partido.
Era suficiente para la ebriedad de la grada. Por la cerveza que aunque la federación dijo que no se iba a vender apareció, y porque se unieron más jugadores al festín.
César Larios fue el primero, cuando punteó el centro de Alfredo Pacheco; y Torres Alegría el segundo, con una jugada personal en la que dejó tirado al portero haitiano, que se quedó en el suelo, como quedaron todos los caribeños: rendidos a una selección salvadoreña que reencontró el camino de la victoria en el momento más indicado. Ahora, a pensar en Surinam.
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