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Luis Edo. Díaz luisdiaz@nacion.com
Puerto Príncipe, Haití. Dos cosas llamaron la atención de los seleccionados a su llegada a Puerto Príncipe: la pobreza extrema que habita en cada rincón de la ciudad, y un entorno muy alejado de las inundaciones que dejaron en otras zonas los huracanes Gustav e Ike , además de la tormenta Hanna .
No es que en Costa Rica no haya pobreza, pero aquí se pueden recorrer kilómetros de kilómetros sin dejar de palpar las necesidades que padecen los haitianos.
Un claro ejemplo de eso fue la salida de los seleccionados de la terminal aérea: decenas de niños y adolescentes se abalanzaron sobre los nacionales para solicitarles limosnas o comida.
El centro de Puerto Príncipe es, literalmente, un gran mercado central donde las ventas ambulantes impiden el paso por las aceras y obligan a los peatones a utilizar las calles para trasladarse.
Esta ciudad dista mucho de ser un paraíso caribeño. La inseguridad en la capital es tal que cada 500 metros se ven unidades policiales fuertemente armadas; además, se ven muchos militares de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas, llamados comúnmente Cascos Azules .
Por otra parte, el clima más bien ha sido generoso en esta zona del país, pues más al norte de la isla, en Gonaïves, las inundaciones han cobrado centenares de vidas y hay miles de damnificados.
Aquí, en cambio, es como si nada de eso hubiera pasado. Humildes casas intactas y árboles en pie son una muestra de la buena suerte que corrió Puerto Príncipe por estas semanas.
Más bien la temperatura ha sido bastante alta, muy por encima de los 30 grados centígrados.
La pobreza se nota en cada rincón de Puerto Príncipe, la capital haitiana, y una de las ciudades más peligrosas del Continente. José Rivera/GN para LN
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