Por Guillermo Alvarado Aparentemente superada la crisis política en Haití, tras aceptarse el resultado de la primera vuelta electoral impuestos por una comisión de la Organización de Estados Americanos, el país más pobre del continente sigue sufriendo los efectos mortíferos de la epidemia de cólera desatada a mediados de octubre.
Los ciudadanos haitianos volverán a las urnas el 20 de marzo para escoger entre la ex primera dama Mirlande Manigat y el cantante Michell Martelly, quienes cuentan con la complacencia de Washington y la Unión Europea que llegaron, incluso, a amenazar con cortar la ayuda para la reconstrucción de no aceptarse este arreglo.
El candidato excluido, Jude Celestin, del partido de gobierno y yerno del presidente René Preval, felicitó a los dos contendientes, aunque consideró que le fue robada la posibilidad de disputar la primera magistratura.
Aún falta por decidir que ocurrirá a partir del próximo lunes, cuando finaliza oficialmente el período de Preval. Las opciones son prorrogar su mandato hasta tener un presidente electo, o formar un gobierno provisional como demanda la oposición.
Mientras tanto, la mayoría de la población tiene otras urgencias que las disputas políticas. Más de un millón de personas viven en improvisados campamentos desde hace más de un año en espera de la prometida y demorada ayuda para reconstruir sus viviendas destruidas por el terremoto del 12 de enero de 2010.
Tanto ellos como el resto de los habitantes libran una batalla cotidiana para escapar al contagio del cólera, que está diezmando a la población, sobre todo en el área rural.
En poco más de cuatro meses la enfermedad ha matado ya a más de cuatro mil personas, cifra que es superior a los dos mil 900 fallecidos que causó en Perú la epidemia desatada en 1991.
La pobreza endémica en Haití, así como el lamentable estado nutricional en que se encuentra la mayoría de la población es una de las razones por las cuales el cólera tiene tan alto índice de letalidad.
También influye el aislamiento en que viven muchas comunidades en el interior, donde en ocasiones es necesario caminar hasta siete horas para buscar ayuda.
En este sentido es loable la estrategia diseñada por la brigada médica cubana que, en lugar de esperar a los enfermos en los hospitales, marchan hacia apartados lugares para pesquisar a los infectados y ofrecerles el tratamiento que les salvará la vida.
Junto a los cubanos laboran decenas de jóvenes de varios países latinoamericanos graduados de médicos en la mayor de las Antillas.
Para muchos de ellos el combate al cólera es su bautizo de fuego en esta abnegada profesión.
Toda esta labor, sin embargo, está ausente en los grandes medios de comunicación del mundo, como denunció la portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Francoise Gruloos-Ackermans, quien dijo que en Haití se muere en la mayor de las indiferencias.
Quizás para las elecciones de marzo, o antes de producirse el anunciado retorno del ex presidente Jean Bertrand Aristide, las cámaras volverán a enfocarse en esta sufrida nación, pero como ya ocurrió otras veces, la atención será efímera. El dolor, la pobreza y el goteo de vidas día a día NO son noticia, para quienes hacen de la información un negocio para ganar dinero.
Abrimos este espacio en 2007 cuando en Haití se hablaba también español debido a la presencia de los soldados latinos de la MINUSTAH. Una ventanilla de expresión hispánica para verse mejor . Después del 2010, el mundo hispano se ha acercado bastante a Haití. Sirvio para darse cuenta del distanciamiento de sus vecinos de culturas hispanas casi todas. Esta sigue abierta para recibir todos aquellos que quieran entender y ayudar a esta nación patrimonio de la humanidad.
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