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miércoles, 14 de julio de 2010

Puerto Príncipe sigue bajo escombros seis meses después del seísmo

20 millones de metros cúbicos de escombros

 La capital es un paisaje desolado de carpas improvisadas
Tras el seísmo, los damnificados ocuparon de forma espontánea las zonas públicas
Barrios de la capital haitiana, Puerto Príncipe, siguen sumidos en un aparente caos seis meses después del seísmo que causó 300.000 muertos, con un paisaje urbano muy desolado de carpas improvisadas y con montañas de escombros que esperan a ser retiradas de las calles.
El trabajo de liberar las vías está a cargo de la Compañía Nacional de Equipamiento y varios organismos internacionales mediante el programa 'dinero para trabajo', que emplea a vecinos de varias zonas afectadas.
Pero con sus equipos rudimentarios los trabajadores de 'dinero para trabajo', que reciben 5 dólares (4 euros) por día, no llegarán ni siquiera en el medio plazo a sacar los 20 millones de metros cúbicos de escombros que están esparcidos por la capital.
"Por todos lados se ve cemento", se lamenta en declaraciones este lunes a Efe Lise, una doctora que ve alargar su tiempo en automóvil para llegar a su clínica debido al eterno atasco por calles obstaculizadas.
Mientras, parecen "extraños" los grandes espacios dejados por edificios demolidos, dice la profesional.
"Me produce un sentimiento raro cuando bajo de la montaña Canapé Vert (periferia este) hasta el centro, cuando veo un paisaje de carpas donde hubo antes espacio verde", agrega.
Después del terremoto, damnificados ocuparon de forma espontánea los parques públicos y todos los espacios vacíos para instalar carpas improvisadas.
También espacios interiores de los barrios están llenos de carpas de plástico, tela u otros objetos, como la parte baja de Canapévert, el sector de la vía Jean-Baptiste, barrio de clase media, donde los vecinos se animan a sacar restos de cemento.
Nikelson Demosthène, de 30 años, antiguo empleado de la oficina postal, forma parte desde hace 12 días del grupo que trabaja en un turno de 24 días en el programa 'dinero para trabajo'.
Explica que la zona está llena de restos y "las personas siguen sacando los escombros de sus casas para depositarles en las calles".
"Transportamos los escombros hasta un punto accesible para que los camiones pueden retirarlos", agrega.
Recuerda que la zona estuvo casi aislada hasta el punto de que "si una familia tenía alguna urgencia no era posible contar con el transporte motorizado".
"Llegó un momento en el que hasta las personas que circulaban a pie tenían problemas", dice.
Lenta reconstrucción
Algunas familias empiezan poco a poco a reparar sus casas dañadas y en el paisaje de escombros se ven trabajadores que rehacen los entornos de algunas propiedades.
En Fort National, barrio popular en las afueras del centro administrativo de Puerto Príncipe, muchas casas cayeron como fichas de dominó.
"Durante los últimos seis meses, no hemos visto ningún verdadero cambio", afirma desconsolada Maryse, que abandonó Fort National con sus tres niños sin padre para quedarse en carpas en el amplio campamento que se instaló en Champ de Mars, el parque central de Puerto Príncipe.
Champ de Mars se transforma en un horizonte de carpas artesanales al pie de las estatuas de los héroes de la independencia del país como Toussaint Louverture, Jean-Jacques Dessalines, Henry Cristophe y Alexandre Pétion.
Alrededor de Champ de Mars edificios públicos como el Ministerio de Condición Femenina fueron limpiados de escombros y se colocaron carpas administrativas para trabajar.
La misma operación está en curso en el palacio presidencial, donde se vacía escombros de la entrada principal.
Además de carpas, varios vendedores informales llegaron a la zona cuando se destruyeron los edificios comerciales y ocuparon espacios frente a las tiendas.
Es el caso de Eric, quien instaló sus libros usados frente al Museo del Panteón Nacional de Haití (MUPANAH), uno de los pocos edificios oficiales situado cerca del palacio presidencial y que quedó aparentemente intacto.
"Aquí tengo muchos problemas porque cuando llega la lluvia no podemos proteger los libros y es difícil encontrar un taxi para rápidamente transportarlos", dice. "Tampoco vendemos mucho, estamos a mediodía y no vendí nada", asegura.
Eric está preocupado porque "no se sabe a quién dirigirse para buscar solución a los problemas" en un país que "da dolor de cabeza", afirma.
Mientras, bajo el sol del mediodía y pies desnudos sobre el suelo caliente, niños abandonados piden a los viandantes: "papi, dame agua para bebee".
http://www.elmundo.es/america/2010/07/12/noticias/1278938025.html

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