Por Juan Limachi Al menos 300 ciudadanos haitianos se mantienen varados, con hambre y sin dinero, en la pequeña localidad fronteriza de Iñapari, suroriente peruano, a pocos metros del puente internacional que une a Perú con Brasil.
Refugiados en una pequeña iglesia, donde duermen en el suelo, los hombres y mujeres de mediana edad, desconocen cuándo terminará esta situación que los agobia y los tiene al borde de la desesperación.
Louis, de unos 29 años, es uno de los emigrantes obligado a dejar su natal Puerto Príncipe, después del violento terremoto que devastó gran parte de la geografía haitiana en enero de 2010. "Tengo dos hijos que quedaron con mi esposa y quiero llegar a Brasil para trabajar y enviar algo de dinero para la comida de ellos", dice en un pobre español, que cada día trata de mejorar para sobrevivir en este país.
Casi con desesperación y bajo el flagelo del hambre, este ciudadano haitiano pide a las autoridades brasileñas de la zona fronteriza que le permitan el ingreso al país.
Se estima que unos 8.000 refugiados haitianos se encuentran en Brasil desde que empezó el éxodo humanitario poco después de la catástrofe sísmica.
El último grupo, no tuvo la misma suerte que sus paisanos que los antecedieron, porque el gobierno brasileño decidió parar el éxodo sin fin de estas personas, cuyo tránsito es bloqueado por guardias brasileños.
"Estamos esperando que nos ayuden para pasar al otro lado", exclamó el hombre sin perder la esperanza de encontrar una mejor vida y ayudar a su familia en su país.
Los haitianos de Iñapari, una zona tropical en plena amazonía peruana, caminan en esta calles calurosas, viviendo de la caridad y de la ayuda de la iglesia local, tratando de sobrevivir día a día.
Así como Louis, Jena, una mujer que bordea los 35 años, expresó preocupación por su futuro porque se ha convertido en indigente y por lo poco que puede conseguir en donación para preparar una ración de comida diaria.
"Por el amor de Dios, solo pido a las autoridades brasileñas que nos reciba porque queremos trabajar", dijo con la voz quebrada por la angustia de no saber qué será de su vida si esta situación se prolonga.
Agregó que en el grupo hay personas enfermas debido a la picadura de mosquitos, el agua insalubre que beben sin hervir debido al calor que asola Iñapari, y los agobia de sed.
"Está enferma y necesita ayuda médica", dijo un médico de un puesto de salud pública rural que trata de ayudar con escasos recursos.
Las enfermedades tropicales, propios de la Amazonía peruana, ya empezaron a hacer estragos en la salud de algunas personas y las autoridades sanitarias peruanas los socorren como pueden.
Muchas de estas personas gastaron el poco ahorro que tenían en un vuelo de República Dominicana a Ecuador y desde allí llegaron por tierra a Perú con la esperanza de pasar la frontera con Brasil, donde inicialmente fueron bien recibidos.
Según algunos de los refugiados, muchos fueron víctimas de inescrupulosos que les cobraron dinero para pasarlos hacia el lado brasileño, pero los abandonaron en esta localidad fronteriza.
Desde hace dos semanas, todas las mañanas, los tres centenares de haitianos hacen fila al borde la línea limítrofe con la esperanza de poder pasar al otro lado, pero hasta el momento las autoridades brasileñas le informan que no pueden ingresar si carecen de visa.
De acuerdo con los guardafronteras, sólo pueden ingresar a Brasil solicitando una visa en la embajada brasileña en Puerto Príncipe, lo cual se ha vuelto imposible para este grupo de refugiados que carecen de recursos económicos.
El sacerdote de la zona, René Salazar, quien conoce la dura realidad que tocó vivir a este grupo humano, ha manifestado reiteradas veces que las autoridades locales les ayuden a salir de esta situación legal.
Para este párroco, que los socorre con los pocos recursos con que cuenta su iglesia, la situación humanitaria se puede agravar porque no se alimentan adecuadamente y están expuestos a las enfermedades.
Un grupo de agentes de la Policía Federal de Brasil, fuertemente armados, se encuentra desplegado por las autoridades de ese país a lo ancho del puente internacional para impedir que los haitianos ingresen a su territorio.
Pese a sus armas, aseguran que su presencia sólo es preventiva para impedir disturbios en el lado brasileño y que ellos no pueden hacer nada más por resolver la situación de los haitianos.
Mientras esperan buenas noticias, los 300 emigrantes, que incluye a dos menores de edad, no les queda sino esperar "un milagro" que les permita pasar la barrera infranqueable que les impide el paso a una mejor vida. (Xinhua)
31/01/2012
http://spanish.peopledaily.com.cn/31617/7715471.html
Abrimos este espacio en 2007 cuando en Haití se hablaba también español debido a la presencia de los soldados latinos de la MINUSTAH. Una ventanilla de expresión hispánica para verse mejor . Después del 2010, el mundo hispano se ha acercado bastante a Haití. Sirvio para darse cuenta del distanciamiento de sus vecinos de culturas hispanas casi todas. Esta sigue abierta para recibir todos aquellos que quieran entender y ayudar a esta nación patrimonio de la humanidad.
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