Lima, 14 abr (EFE).- El último secuestro y posterior asesinato de un empresario en Lima ha puesto en evidencia uno de los problemas más graves que acechan a Perú y que se ha convertido en parte de la realidad cotidiana.
Los secuestros, uno de los indicadores más representativos de la inseguridad ciudadana, tienen en Latinoamérica su máximo exponente en países como México o Colombia.
Pero los datos de los últimos años en Perú reflejan un aumento preocupante, según arrojan algunos ejemplos como el cautiverio del empresario español Andrés Gude González, hallado herido de bala en abril del año pasado tras doce días de cautiverio en Lima.
El caso de ese armador gallego, que efectuaba una visita de negocios a la capital peruana cuando fue aprehendido por un grupo de hombres armados, causó un gran revuelo en el país y en el extranjero.
Y si el caso de Gude provocó la conmoción, igual desconcierto se generó a raíz del secuestro de la catedrática de la Pontificia Universidad Católica de Perú Heidi Spitzer, seis meses después.
Visiblemente delgada, esta profesora llegó a su casa por sus propios medios tras veinticinco días de angustia y de haber sido capturada cuando abandonaba un local de alquiler de vídeos junto a su hijo, quien quedó abandonado en el lugar.
Gude y Spitzer encabezan la lista de los nombres más recordados en Perú que fueron víctimas de secuestro, aunque no representan los casos más lamentables ya que, fuertemente debilitados o malheridos, éstos pudieron recuperarse de la tragedia.
Menos feliz fue el final del empresario avícola peruano Guillermo Li Chau, quien perdió la vida hace una semana como consecuencia de dos impactos de bala cuando conducía su vehículo obligado por los captores.
El caso de Li Chau, quien fue secuestrado en su propia casa durante una reunión familiar, ha provocado gran estupor porque -según informaciones publicadas en varios medios- fueron agentes de policía quienes le dispararon.
No obstante, la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) rechazó confirmar a Efe estos hechos y sostuvo que la investigación sigue abierta.
Li Chau fue víctima de un secuestro denominado "típico", aquel perpetrado por una banda organizada que selecciona con premeditación al objetivo para el posterior reclamo de dinero, y que se ha convertido en un fenómeno habitual en Perú.
El año pasado se registraron 30 casos de este tipo, de los cuales ocho se resolvieron sin pago de rescate, con el resultado de 157 detenidos, detalló a Efe el jefe de la División de Investigación de Secuestros (DIVINSEC), Jorge Mejías.
Esta cifra, que supone un promedio de dos cautiverios al mes, parece ir en a la baja este año ya que desde enero pasado sólo se ha informado de tres casos.
Según Mejías, ello se debe a que, entre otras cosas, "los principales líderes de las bandas organizadas se encuentran encarcelados".
Sin embargo, prolifera otra modalidad de delitos en las calles de las principales urbes peruanas, donde, según admite el funcionario de la Divinsec, "cada día tienen lugar varios secuestros exprés".
Esta modalidad, que no dura más de unas horas, es perpetrada en el mayor número de casos por personas no organizadas que obligan a sus víctimas a retirar dinero del banco o a entregarles bienes de sus casas.
Motivados por la voluntad de conseguir dinero fácil, los delincuentes no tienen ningún tipo de prejuicio a la hora de escoger a sus blancos, a quienes chantajean con el precio de la angustia.
Autor: Ángels Masó
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Comentarios
Los medios de comunicación se placen en publicar noticias que captan la atención de los usuarios. Mientras más espectaculares mejores son. Mientras más catastróficas más ocupan primeras paginas.
El otro día une cadena de televisión francesa presento un documental sobre Haití con el llamativo titulo: Haití, el país más peligroso del mundo.
Hoy no es ningún secreto para nadie la importancia del avance de la delincuencia en los diferentes estados de América Latina. Por haber sido dirigido por dictadores civiles y militares por varios años, este tipo de comportamiento no se conocía a pesar del desequilibrio social que ha matizado la sociedad haitiana el día después del primero de enero de 1804.
Para conseguir unos efectos muy calculados el antiguo presidente Arístides ha creado durante sus gobiernos un terreno fértil para que brotaran estos trastornos en el comportamiento del ciudadano haitiano.
Este caldo de cultivo, encontró abono en la dimisión de las autoridades producto de la dislocación de todas las estructuras estatales.
En este contexto, Haití, con su capital bordeada de “bidonvilles” se ha convertido en una de las capitales menos seguras de América pero de ahí a condecorarnos con el palma del país mas peligroso existe un paso bien grande.
Con este artículo se da el estado de la vigencia de un fenómeno regional. Lo que hace que se hable mucho más de la situación en Haití debe ser la falta de autoridades con planes eficaces para controlar esta situación trágica.
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