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miércoles, 18 de abril de 2007

Historia: Hace cien años nacía Francois Duvalier

Cien años después de su nacimiento, cincuenta años después de su elección como presidente de la Republica, treinta y seis años después de su fallecimiento, François Duvalier da miedo.

Existen a veces muertos que no quieren morirse.
François Duvalier no se quiere morir. No solamente porque soñaba con la eternidad. No solamente porque derramó mucha sangre y que la historia guarda la memoria de la sangre. El no se puede morir todavía porque todo no se ha dicho sobre lo que lo llevó al poder sobre lo que ha sido el régimen político que lleva su nombre, ni sobre la sociedad haitiana tal como fue antes de su llegada al poder, tal como ha sido durante los años de “la revolución al poder”, tal como es hoy en día.


El no se puede morir todavía, porque hemos escogido olvidar, cada uno su pedacito de historia: hechos, conjuntaras, prácticas. Porque no se puede recordar el período Duvalier interesándose nada mas en la persona del “buen Doctor”. Para entender ese período se trata de atreverse a entender el mismo Haití y no es cosa fácil. Eso requiere mucho valor, todo, parodiando Eluard siendo decirlo todo. Cuando se trata de Duvalier, des “duvalierismo” (pues Haití, ya que Duvalier, “el duvalierismo”, el “jean-claudismo”, se inscriben en todo lo que corresponde a la vida de la sociedad haitiana), a los unos como a los otros les gustan mentir por omisión, privilegiar tal aspecto, ocultar tal otro. Y a menudo de lo que se habla no tiene más valor que de hacer olvidar lo que no se quiere ni decir, ni ver, ni oír.

Hoy en día, tomando como pretexto el marasmo; los fracasos político-administrativos del después-Duvalier, mas de uno quisieran minimizar lo horrendo del crimen, olvidar el rompimiento de la sociedad por el totalitarismo, minimizar el peso del triunfalismo oscurantista del makoutismo sobre las vidas. El duvalierismo ha legitimado, el derecho de matar y merece asi su sitio de honor en el palmarés de los regimenes totalitarios, todas épocas, todas geografías confundidas. ¿Tenemos nosotros derecho de olvidar eso, de defenderlo?

Hay que decir también, y es la única manera honesta e inteligente de hacerle frente a sus apologistas, que la presidencia de François Duvalier ha sido combatida desde el principio por fuerzas salidas de una lógica de casta. Hay que decir también es dentro de un contexto casi de segregación, de expresión de frustraciones legitimas contra los perjuicios y formas degradantes de exclusión social que Duvalier llego al poder. Hay que decir que una de las contradicciones “del Duvalierismo en el poder”, es la cohabitación de una voluntad de crear instituciones sociales y de servicio publico y de un totalitarismo partidario y oscurantismo.

Decir eso no se trata de hacer la apología de un régimen totalitario, pero analizar la historia. Pues, en ningún caso, eso no justifica aquello como se dice. Los horrores del duvalierismo no pueden hacernos olvidar la resistencia salvaje de los practicantes de exclusión social a los cambios que su presidencia podía anunciar. Como esta resistencia y estas odiosas practicas sociales no pueden justificar el brochado por bayoneta de un recién nacido, el arresto de un profesor durante la docencia, el exilio, la tortura, la destrucción de todas las organizaciones civiles, la infeudación de todas las instituciones, el amordazamiento de la conciencia individual de jóvenes rápidamente convertidos por el régimen en el arte de la delación, de la corrupción y la represión…No se puede jugar la una contra la otra las dos mitades del peor.

Además, demasiado personas instruidas han perpetuado el amalgama: duvalierismo=noirismo=indigenismo. Eso también hay que admitirlo: es el desden de lo popular, del rural, de ciertos componentes de la haitianidad que ha permitido que el duvalierismo deslizara sus vagos elementos de doctrina en el discurso de la justa demanda de la promoción de de los componentes relegados de la cultura y de la organización social haitiana.
Duvalier era también el arte de la caricatura. Nos ha legado de ello un ejemplo viviente, el régimen de su hijo, la gran reconciliación (¡Si una verdadera querella existía!) entre el totalitarismo versión “liquenificada “y el poder económico.


Cien años después de su nacimiento, cincuenta años después de su llegada al poder, veinte siete años después de su muerte, es tiempo ya para que François Duvalier empiece a morir. Para eso, la historia tiene que avanzar, la historia-cuento que lo debe decir todo, la historia del pensamiento que debe atreverse a pensar, la historia real que debe poner fin a toda posibilidad de que nuestros errores permitan que pueda resucitar.

Note: Article original en Français écrit par Par Lyonel Trouillot,
lyoneltrouillot@lematinhaiti.com, traduit par Thom Gato pour Haiti Crema Y Nata.

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