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martes, 25 de septiembre de 2012

Haití no supera las huellas del sismo que mató a más de 200 000 personas

Las covachas están construidas con láminas oxidadas. Por las estrechas calles de tierra, los niños caminan desnudos y sin zapatos. Es jueves, un poco después del mediodía.
Hace calor y la ropa se pega al cuerpo: 32°C. Los adultos tampoco se cubren el dorso. Las mujeres se amarran el cabello con pañuelos y tratan de refrescarse. Este lugar, con tiendas de lona, es Gerald Bataille, uno de los campamentos más grandes que la gente levantó en Puerto Príncipe, luego de que el 12 de enero del 2010 un terremoto de 7 grados causara la muerte de más de 200 000 personas y destruyera más del 30% de la capital. Dos años y ocho meses después, la reconstrucción de ese país solamente ha avanzado un 25%. El presidente de la isla, Michel Martelly, lo reconoció ante este Diario. La semana pasada, él llegó al campamento militar de la Misión Ecuatoriana para la reconstrucción de Haití (Marhec) y recibió 37 tractores, camiones, etc. de Ecuador. Vestía un impecable traje azul. Afuera, niños y adolescentes -con camisetas y pantalonetas- se colgaban de las mallas. Querían ver a quien dirige su país. Entres ellos estaban Brendo y Blancco. Son primos. Tienen 17 y 15 años. El terremoto mató a la madre de Brendo: la aplastó el techo de su casa, fue profesora en Puerto Príncipe. Ahora moran en una vivienda con paredes de madera y techos de zinc. No tienen agua ni alcantarillado. Tampoco televisión. La luz solo hay hasta las 22:00 y luego se corta el suministro. La casa de Brendo y Blancco está en la comunidad de Petit Riviere (departamento de Artibonite), a tres horas de Gerald Bataille. En el campamento las condiciones empeoran. No hay electricidad, tampoco agua potable. Los niños se bañan a la intemperie en tinas y un olor a basura quemada inunda el ambiente. Eugene Robenson vive en Gerald Bataille. Cuando un desconocido se le acerca se queja de las condiciones en que vive. Está preocupado por enfermedades como el cólera. Según datos de la organización no gubernamental Médicos sin Fronteras, desde que se declaró el cólera en Haití, en octubre del 2010, esta enfermedad ha matado a más de 7 000 haitianos y se han reportado 500 000 casos. Frente a esa situación, el panorama todavía es desalentador, indica la ONG. “Muchas personas siguen sin acceso a servicios médicos de urgencia”. A eso se suma que el sistema de salud en Puerto Príncipe y alrededores es insuficiente y es aún desorganizado. Tras el sismo, más de 900 000 personas perdieron sus viviendas y decenas de carreteras y vías quedaron destruidas. Militares ecuatorianos llegaron a la isla en enero del 2010 y ayudan en la reconstrucción. Desde la semana pasada, 90 soldados trabajaban en la rehabilitación de vías y puentes destruidos por el desastre natural. Ellos llegaron el 10 de septiembre último, son parte del tercer contingente. El primer grupo de 75 uniformados permaneció en Haití seis meses. El segundo contingente arribó a Petit Riviere el 27 de diciembre del año pasado. Rectificaron e hicieron el mantenimiento de 19,5 km de vías, limpiaron 20 kilómetros de canales, construyeron 200 losetas de acceso a viviendas y puentes. El costo de los trabajos fue de USD 13,5 millones. Para la nueva etapa de obras, Marhec tiene previsto invertir USD 15 millones. Los datos de Naciones Unidas revelan que cerca de 520 000 haitianos aún se encuentran en los campamentos que se levantaron tras el terremoto. En tiendas de 2 por 3 metros viven familias de hasta seis personas. La gente cocina con estufas de leña y se alimenta diariamente con arroz y habichuelas. Jean Marie Berlin, un haitiano que vive en Gerald Bataille, dice que el Gobierno hace poco para ayudarles. “Solo traen lonas plásticas para cubrir las tiendas y se van”. Un cilindro de gas cuesta USD 150 y es considerado como de consumo ‘elitista’. Por eso, la gente busca madera para cocinar. Según las autoridades, esa es una de las causas por las que hay deforestación, la cual alcanza más del 98 % del territorio. Los datos del Instituto Haitiano de la Doctrina Social Cristiana señalan que Haití es el país más pobre de América. Ocupa el puesto 108 en el índice de desarrollo humano y el 65% de la población vive por debajo de la línea de la pobreza (nivel de ingreso mínimo necesario para adquirir un adecuado estándar de vida). Un indicador de ese problema son las personas que se dedican al comercio informal. En las esquinas de Puerto Príncipe, hombres y mujeres venden ropa usada, zapatos, útiles de aseo o electrodomésticos. En las paradas de los buses, indigentes piden caridad y todavía se observan casas en ruinas. Los alrededores del mercado Dagore Croix están saturados de basura. Junto a este hay decenas de burros que cargan leña. Otras personas comercializan cortezas de árboles para la cocina

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